Alba Redondo y el sueño de ser campeona del Mundo

Hace veinte años, que puede ser mucho o poco según para qué, en la Ciudad Deportiva del Albacete Balompié, apenas había niñas que practicaran fútbol. Matías Martínez comenzaba a trabajar con un equipo adulto, mientras las más pequeñitas se mezclaban en equipos de chicos.

Ese es el primer recuerdo que guardo de Alba Redondo: la de una niña de siete u ocho años a la que, contrariamente a lo habitual, los chicos sí querían echarle la pelota porque ella hacía que pasasen cosas cada vez que la llevaba en los pies.

Seguí cruzándome con su padre y con ella muchas veces en esa Ciudad Deportiva, viendo la evolución de esa futbolista que al final dio el salto a aquel equipo femenino del Alba, que siguió creciendo y que a punto estuvimos de perderla ante la propuesta de una aventura americana que afortunadamente quedó truncada.

Si bien a ella le hubiera gustado ser capitana y bandera del Fundación Albacete, el descenso de la máxima categoría puso en bandeja a un equipo puntero como el Levante la contratación de Alba. Su presencia en el equipo granota fue creciendo en protagonismo hasta que en esta última temporada 22/23 ha sido incluso la máxima goleadora de la Liga Iberdrola, mérito más que suficiente como para ir poco a poco entrando en la Selección de Jorge Vilda y acabar siendo titular en esta Copa Mundial que ahora todos celebramos.

La de Alba Redondo es una gran historia, un ejemplo para cualquier persona, hombre o mujer, que luche por un sueño que parezca difícil y presente más obstáculos de los habituales. Y ejemplo no solo por alcanzar la meta, sino por el camino andado y la forma de recorrerlo, porque no es lo mismo llegar pisando a unas y o a codazos, que hacerlo, con sencillez, con humildad, sin olvidar las raíces, la familia y sonreir, siempre sonreír". Y ahora... Campeona del Mundo.

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