El futuro ha llegado: drones para cultivar los campos en la agricultura de precisión
Marchamalo forma a todos los interesados en esta novedosa técnica menos intrusiva y más eficaz
Madrid - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Una de las problemáticas con las que se encuentran la mayoría de agricultores cuando siembran sus campos es la de no dañar los cultivos con la maquinaria. Para eso, entre otras cosas, puede ser muy eficaz lo que ya se conoce como agricultura de precisión. Las nuevas tecnologías salen al encuentro de las necesidades de los agricultores y les ofrecen una solución moderna a dificultades de su día a día.
"Hay quien compara este fenómeno como lo que supuso de labrar con mulas a trabajar con tractores en el campo". Quien nos lo dice es Ignacio, un joven de 33 de Albacete que desde hace uno se dedica de manera autónoma a tratar los campos de quién le contrata para ello. "Conocí está técnica desde la cosechadora porque vi un dron en el campo de al lado. Me bajé y fui a preguntar, me explicaron lo que es la agricultura de precisión y me pude informar de en qué consiste y cómo funciona. Al poco tiempo me compré el dron".
El de Ignacio tiene 3 metros de embergadura y un tanque de unos 30 litros. Con él acude allá donde se le requiera y hace los tratamientos que cada caso necesite, eso sí, antes ha tenido que pasar por un importante desembolso económico y una odisea burocrática ante la administración. "El dron, material y documentación ha sido una inversión de unos 25 mil euros, pero hay que sumarle seguros y cursos de vuelo, fácil te vas por encima de los 30 mil". Y es que volar un aparato de estas dimensiones no es lo mismo que hacerlo con un dron por mero ocio. Hace falta el curso de piloto aplicador, más el carnet de dron correspondiente más los papeles que garanticen que el aparato está en regla". Todo este proceso Ignacio lo ha tenido que afrontar sin ayudas de ningún tipo porque las que existen para jóvenes agricultores requieren tener tierras a su nombre y no es su caso. Con todo está contento yno le falta trabajo.
Como suele ocurrir con las nuevas tecnologías existe una brecha entre las distintas generaciones. A los agricultores más logevos les cuesta más entender y aceptar esta nueva técnica, pero como nos dice Ignacio, cuando la ven y experimentan que funcionan, cambian de opinión. Los aparatos, según nos explica, vuelan solos, se mapea el campo sobre el que se quiere trabajar, se señalan los diferente obstáculos que pueda haber en el mismo y el dron, de manera totalmente autónoma y sin necesidad de dirigirlo, hace el trabajo solo. Es cierto que la autonomía de la batería aún tiene margen de mejora, pero merece la pena por la velocidad y su eficacia, "el tiempo en trabajar una hectárea depende del tipo de producto que se esté aplicando, pero más o menos puede tardar entre 5 y 8 minutos. Cuando se le acaba la autonomía el dron regresa a donde estamos, le cambiamos la batería y sigue adelante con su trabajo".
Es un método innovador sobre el que queda mcuho por hacer y por luchar, pero ya se van consiguiendo avances. De hecho ya existe una asociación de pilotos aplicadores a través de la cual están cosechando éxitos a la hora de agilizar burocracia: "Antes desde que te comprabas el dron hasta que podías volarlo después de que se tramitase todo el papeleo y demás podían tardar más de ocho meses, desde el pasado jueves hemos conseguido que se agilice bastante".
Es solo un nuevo ejemplo de cómo la tecnología viene a cambiar la forma que tenemos de trabajar, en este caso el campo, pero también nuestra percepción del mundo.