GREFA: El equipo de rescate y rehabilitación de animales autóctonos de la Comunidad de Madrid

Situadas en Majadahonda, las instalaciones de GREFA se encargan de recuperar animales salvajes heridos y tratarlos para volver a liberarlos en su medio

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GREFA: El equipo de rescate y rehabilitación de animales autóctonos de la Comunidad de Madrid

Redacción COPE Madrid

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La fauna autóctona de la Comunidad de Madrid es probablemente una de las que más complicado tienen mantenerse en su hábitat debido a la alta urbanización de la región. Muchos animales sufren las consecuencias de esta situación y, en especial, las aves. Los tendidos eléctricos son, por ejemplo, trampas mortales dispuestas a lo largo de todo su hábitat y es fácil que ocurran desgracias como que un ave de gran envergadura, como un águila imperial o un milano, pueden tocar con sus dos alas zonas con polaridades distintas de estas infraestructuras y acaben electrocutados. El asfalto también es un arma de doble filo para este tipo de animales, ya que es más fácil ver una presa en un terreno tan llano y uniforme, pero al mismo tiempo, los animales corren más riesgo de ser atropellados al acercarse a cazar.

Afortunadamente, existe una asociación que se encarga de acoger y rehabilitar a todas estas especies para poder devolverlas luego a su medio, se trata de la GREFA (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat). En sus instalaciones atienden a cerca de 7000 animales al año, de los cuales prácticamente la mitad son rehabilitados y devueltos a su medio, aunque en el caso de algunos, sus heridas son tan graves, o su periodo de rehabilitación tan largo, que resulta imposible que regresen a su medio, se consideran irrecuperables, y GREFA se encarga de ellas.

GREFA: El equipo de rescate y rehabilitación de animales autóctonos de la Comunidad de Madrid

Las especies irrecuperables

Las irrecuperables residen en zonas específicamente diseñadas para adaptarse a sus necesidades, con "cristales espía", de los que solo se ven, por un lado, para que no les molesten los humanos que los ven desde fuera. Estos acaban tan acostumbrados que, por ejemplo, en el caso de las águilas imperiales, algunos gorriones se cuelan en sus recintos, y no los atacan porque no ven que amenacen su territorio ni necesitan cazar para comer, pero cuando detectan que algún águila salvaje sobrevuela su recinto, si les chillan para advertirles de que están en su territorio.

Otro caso muy curioso es el de un cuervo que no había podido ser rehabilitado, y durante la crisis de filomena salió de su jaula, que se había roto, pero llevaba tanto tiempo viviendo en GREFA que no salió del recinto porque estaba acostumbrado a vivir allí. Aun así, no dejaba que le cogiesen para volver a meterle en su recinto, pero como no sabía las costumbres sociales de su especie, cuando se encontraba con otros cuervos que estaban anidando en zonas cercanas a GREFA, se acercaba a ellos, algo que provocaba que quisieran atacarlo, por lo que la reacción que este tenía era la de volver a la zona del refugio y colocarse cerca de las personas, donde sabía que el resto de cuervos no iban a acercarse.

Rehabilitando un animal

Estas situaciones, que pueden parecer muy divertidas, han contado los trabajadores de GREFA que "realmente son muy tristes, porque son situaciones en las que el animal está aislado socialmente del resto de individuos de su especie". Al final, el objetivo de GREFA y cuando ven los frutos de su trabajo es cuando pueden rehabilitar a los animales en su hospital y pueden devolverlos a su medio. Es el caso que pudo presenciar ayer nuestro compañero Arturo Ayestarán, que se desplazó al refugio de GREFA, donde habló con David Gutierrez, miembro del equipo de rescate, que contaba el caso de un cernícalo que había llegado al refugio completamente deshidratado tras quedar encerrado en una nave industrial.

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Escucha la entrevista completa de Mónica García a David Gutierrez, de GREFA

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"Llegó al centro deshidratado, y tras pasar un periodo de adaptación y de coger algo de musculatura para asegurarnos de que el animal va a estar bien, vamos a proceder a la liberación", contaba David mientras le retiraba una pequeña caperuza que se le pone al animal para evitar que se ponga nervioso. Al soltarlo, la pequeña ave se posó primero en un árbol cercano y, tras esperar ahí unos segundos, alzó el vuelo y comenzó se marchó. Al respecto, David comentaba que "es muy emocionante poder soltar un animal que ha ingresado en nuestro centro, sobre todo cuando hemos participado activamente en el rescate de ese animal, es la base de nuestro trabajo al final, que los animales se puedan soltar, y cuando lo haces es una gran satisfacción", nos contaba David, visiblemente emocionado.

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