Los 72 vecinos confinados en Tabarca, "tranquilos" tras haber quedado fuera de la primera fase de desescalada
La isla alicantina no figura entre las que desde hoy y con una semana de antelación pasan a disfrutar de un régimen más abierto
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Los 72 vecinos confinados desde hace 50 días en Tabarca, la isla poblada más pequeña de España, viven con tranquilidad la desescalada, sin sentirse agraviados por su exclusión del reducido club de las cuatro islas que adelantan a hoy la apertura de algunas restricciones, con la fase 1. Sin contagios de coronavirus y doblemente aislados porque el tránsito de personas está prohibido con la península desde que se decretó el estado de alarma, Tabarca no figura entre las islas que desde hoy y con una semana de antelación pasan a disfrutar de un régimen más abierto, como sí ocurre con las canarias de La Gomera, El Hierro y La Graciosa, y la balear de Formentera.
De 0,3 kilómetros cuadrados de superficie y a sólo 4 kilómetros en línea recta del cabo de Santa Pola, Tabarca depende administrativamente del Ayuntamiento de Alicante como una pedanía más dentro del distrito 5, y sus setenta y dos vecinos tiran de paciencia y no tienen prisa por desescalar antes que el resto del territorio valenciano ni del país. "Nadie ha protestado" por adelantar la vuelta a la normalidad como las cuatro islas, según la presidenta de la asociación de vecinos Isla Plana de Tabarca, Carmen Martí, quien ha dialogado con Efe desde su vivienda de la ciudad de Alicante porque allí le sobrevino la declaración del estado de alarma y ya no pudo acudir a la isla por la prohibición de movimientos.
"La gente está tranquila y lo único que se ha hecho es preguntar al Policía Local que nos aclare las fases y cómo se aplicarán en la isla", ha continuado en referencia al único funcionario público destacado en la isla 24 horas del día, junto a un enfermero. Ambos atienden las necesidades de los tabarquinos, muchos de ellos mayores, aunque también hay algunas familias con niños que llegaron al islote justo antes del obligado confinamiento porque ya se habían suspendido las clases escolares.
Martí, que mantiene contacto telefónico con los vecinos, ha relatado que los habitantes no tienen excesiva prisa por la vuelta a la normalidad porque en Tabarca no hay supermercados ni tampoco importa demasiado adelantar la apertura de las terrazas, por no haber público del exterior al que atender. Además, sus habitantes ya disfrutan de la relativa normalidad que supone poder "pasear y hablar (a distancia) con el vecino".
"La Graciosa es la más parecida a Tabarca de las cuatro islas de la fase 1 porque es pequeñita, pero se diferencia de nosotros en que sí es un pueblecito que ha logrado tener su independencia administrativa con 600 vecinos, una concejala y ayuntamiento", ha destacado la portavoz vecinal. "Allá tienen farmacia, un supermercado, tiendas e, incluso, un colegio, mientras que nosotros no, y dependemos de todo de Alicante", ha proseguido.
Según Martí, ahora la mayor preocupación en Tabarca está en que se dé permiso para adecuar los restaurantes de cara al próximo verano y, para ello, piden que puedan llegar los dueños y trabajadores de los establecimientos con material y productos para tener todo listo en el momento en que se autorice la llegada de turistas y visitantes.
La única excepción a la prohibición de entrar o salir de Tabarca es un servicio semanal de lancha-taxi cada martes para que un máximo de media docena de vecinos hagan gestiones de primera necesidad durante varias horas en Santa Pola, como adquirir alimentos o medicinas. Además, otra embarcación, la pequeña Santa María, acude tres veces por semana para labores de mantenimiento y la retirada de residuos, y una cuarta (los viernes) exclusivamente para el transporte de víveres previamente encargados.
Aunque sus habitantes no quieren que se etiquete a este paraje como "paraíso" libre del virus, lo cierto es que es uno de los pocos puntos libres de la pandemia, y a ello se suma que sus aguas cristalinas (la reserva marina más antigua de España, de 1986) son una joya de la biodiversidad con 1.400 hectáreas sumergidas. Este privilegiado hábitat mediterráneo destaca por sus inmensas praderas de posidonia, que albergan aproximadamente la mitad de las especies de flora y fauna del Mediterráneo, unas 7.000.