El obispo de Segorbe-Castellón alerta que "está en crisis entender la vida como vocación"
El obispo, monseñor Casimiro López Llorente, analiza en su carta dominical la falta de vocaciones

Obispo monseñor Casimiro López Llorente
Castellón - Publicado el
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El Congreso Nacional de Vocaciones centra la carta dominical que el obispo de la diócesis de Segorbe-Castellón dirige a todos los fieles:
"Hace unos días hemos celebrado en Madrid el Congreso nacional de Vocaciones. Juntos nos pusimos a la escucha del Señor, para profundizar en la pregunta que el Papa Francisco nos hace en su Exhortación Christus Vivit (n. 286): “¿Para quién soy yo?”. Nos preocupa la falta de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Pero sobre todo nos preocupa que la existencia no se entienda y viva como vocación. Esto ocurre en todos los ámbitos sociales. Está en crisis entender la vida como vocación, y con ello la comprensión de lo que somos. La cultura actual propone un modelo de ‘hombre sin vocación’, totalmente autónomo, señor de su vida y existencia, sin apertura ni referencia alguna a Dios, donde cada cual opta o elige un camino según sus propios deseos. Esto ocurre también en la Iglesia al plantear el futuro de niños y jóvenes.
El Congreso ha mostrado que una comprensión creyente de la persona nos descubre que todos recibimos de Dios una vocación y una misión. “Dios creó al hombre a su imagen y semejanza” (Gn 1,27). Dios, que es amor (1Jn 4,16), nos crea por amor a su imagen y semejanza. Nuestra identidad más profunda es que Dios llama a cada uno a la vida por amor para una existencia plena y dichosa en el amor. Este es nuestro origen y nuestro destino en el plan de Dios: somos llamados a la existencia por amor, para amar y ser amados, y llegar así a la plenitud del amor de Dios en vida la eterna. Cristo nos muestra que el verdadero amor consiste en la donación y entrega total por el bien de los demás.
La vocación es un don que se recibe y se entrega. Toda vocación nace en Dios y es una llamada para donarse a los demás. La vocación no es una elección personal basada en intereses propios, sino un don gratuito que ha de acogerse con agradecimiento y vivirse como respuesta agradecida al amor de Dios y no como conquista personal. Dios llama por amor y su llamada envía a extender el amor. La vocación se descubre en la amistad con Jesús. ”Ya no os llamo siervos, sino amigos” (Jn 15,15). Esta amistad nos define como cristianos, transforma nuestra vida y nos impulsa a vivir en comunión de amor con Dios para los demás. Esta amistad se cultiva especialmente en la oración. Una pastoral vocacional debe centrarse en fomentar la amistad con Cristo y ayudar a cada persona a descubrir su lugar en la comunidad cristiana.
En la Iglesia hay y conviven diversas vocaciones: la sacerdotal, la consagrada, la laical y la matrimonial, cada una con su riqueza y especificidad, al servicio de las demás. Cada vocación contribuye a la misión común de extender el Reino de Dios. Todos hemos sido llamados por el Espíritu a la plenitud de la vida cristiana: la santidad, cada uno según su propia vocación y misión".