ENTREVISTA COPE
El padre de Rubo Iranzo: "Sacamos los coches del garaje y luego ya no pudimos volver"
Jose relata en COPE cómo han sido los últimos ocho días en Picanya desde que estallara la tragedia por la DANA. El jugador del Valencia CF ha recibido la ayuda de la plantilla y ha sido un ejemplo de entereza para su familia. Se lesionó tras 24 horas sin comer, limpiando el fango sin tregua
Valencia - Publicado el
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Rubén Iranzo, canterano del Valencia CF, ha sido uno de los vecinos afectados por la DANA en Picanya. El defensor vio su casa anegada por el agua y ha tenido que compaginar durante los últimos ocho días el fútbol con la limpieza del fango y el barro en su vivienda familiar. En esto último han ayudado los voluntarios, entre los que han estado jugadores del primer equipo y del filial. Fruto del poco descanso y mala nutrición de las primeras 24 horas, Rubo sufrió una lesión muscular que le tendrá un mes fuera. Ahora trabaja en su recuperación mientras echa una mano en casa a sus padres, Jose y Sonia, y a su hermano Hugo. Hoy su padre, José Iranzo, con el que ha ido andando de Picanya a Valencia para comprar comida, ha sido protagonista en Deportes COPE Valencia.
¿Cómo se encuentran?
Gracias a Dios estamos muy bien. Anímicamente llevamos ya una semana y va a rachas. Hay veces que te encuentras más animado porque viene mucha gente a ayudarte: compañeros, amigos, familia. Te vas animando, pero luego se van y te quedas aquí y ves al día siguiente que esto está igual o peor que estaba. Te vienes un poco abajo. Pero vamos saliendo y saldremos seguro.
¿Qué foto hace de Picanya?
Lo peor que vi fue cuando volvía con Rubén de Valencia. Fuimos a por comida y algo para limpiar pensando que con cuatro cepillos íbamos a limpiar. Lo que más me impresionó fue la parada de metro de Paiporta, que la tenemos a dos calles de casa. Está arrasado. Parece que ha caído una bomba. Es lo más devastador que he visto. En nuestro pueblo, calles con coches amontonados, otras que no se podía entrar andando por ningún lado de la cantidad de coches y muebles que había. Llevamos una semana y en apariencia parece que esté casi peor. Cada uno va sacando lo que puede de casa, pero lo que es el pueblo parece que sea una guerra o haya caído una bomba.
¿Ha llegado la maquinaria pesada?
Desde el minuto uno hemos tenido ayuda. De gente, de voluntarios... Luego ya llegaron los militares. Hacen y los ves hacer, pero hay tanta cantidad de coches que sacar y arreglar. Las mismas carreteras se colapsan. Es mucho. Esto va para largo, muy largo.
¿Qué pediría a esta hora para Picanya?
Más maquinaria. Es lo primero. Si no, es difícil. Si sales de Picanya por la noche, es casi imposible volver al día siguiente a las 6 de la mañana. Te toca dar una vuelta increíble. No es accesible por carretera. Picanya, si había tres puentes, queda uno. Todo el mundo tiene que pasar por el mismo. Está colapsado. Eso es lo que veo yo aquí, pero somos tantos y tantos pueblos... Se colapsa hasta la ciudad.
¿Qué siente cuando escucha a su hijo Rubén relatar lo ocurrido en los medios del club?
Lo primero. No me imaginaba que mi hijo jugando a fútbol tuviera que hacer ese tipo de declaraciones. En la vida me hubiera imaginado que iba a pasar esto. Lo ha vivido en primera persona. Tienes que dar gracias que no nos ha pasado nada a nosotros. Reaccionamos bien. Estábamos en casa y pudimos salir, coger al perro e irnos. Gracias a mi hijo Hugo, que nos envió un vídeo del primer puente que había caído en Picanya. Cuando lo vimos dijimos: "Vámonos". Vino Rubén con su novia de Torrent diciendo que caía granizo y pensamos en meter los coches en el garaje. Íbamos a estar toda la tarde en casa porque al día siguiente iba a jugar la Copa. Ni media hora después, reaccionamos al instante yéndonos. Cerramos persianas, como si hicieran algo, y nos fuimos a sacar los coches. Los llevamos al lado del cementerio del pueblo pensando que ahí no llegaría el agua. No tienen golpes pero les ha entrado agua. Uno va, otro no. Pero eso ya se arreglará. Quisimos volver a casa y ya no pudimos. Se nos llevaba la corriente. Te llegaba por la cintura el agua. Era muy fuente la corriente. Arrastraba coches y contenedores. Estuvimos con unos vecinos hasta que bajó la fuerza a las 0.00h o la 1.00h. Llegamos a casa poco a poco como pudimos y vimos que había entrado el agua más de metro y medio. Al día siguiente desde el minuto uno a limpiar y sacar barro. Así seguimos.
La ayuda del vestuario del Valencia CF y del filial
Los jóvenes son los primeros y los que siguen viniendo. Tanto compañeros de Rubén como amigos y gente de fuera. Todos. Mis padres son gente mayor y no tienen acceso de venir. La gente que puede venir es joven que puede venir andando. Aún viene gente andando, fácil una hora. Desde el puente de Makro o San Marcelino. Hay ríos y ríos de gente. Aún con las restricciones. Casi el 90% son jóvenes.
¿Cómo ha visto a su hijo Rubén estos días?
No sé si conozco a una persona más optimista y más echada pa' lante que él. Claramente lo está pasando mal por nosotros, por él... Él quiere estar. Muchas veces le decimos que no hace falta que venga que se tiene que recuperar. En el Valencia CF lo están tratando. También trae cosas de la Ciudad Deportiva: medicamentos, comida... Cada viaje que hace intenta aportar su granito de arena.
El orgullo por sus hijos
Cien por cien. Esto no acaba. Estas limpiando, se hace de noche, no tienes luz. Luego empieza gente que te llama, que quiere venir al día siguiente, tienes que llamar a seguros, te piden cosas que no tienes; te piden firma digital y no tienes ni internet ni ordenador... En mi caso mi hermano desde su casa intenta ayudarme. Cuando se hace de noche empieza eso. El papeleo, llamadas... Encima nos ha tocado doble, con las dos casas. Es un no parar.