Vecinos de un barrio de A Coruña colocan carteles para pedir que se recojan las cacas de los perros

“Lo llames como lo llames, no tienes excusa y lo sabes”. Con un perro emulando al meme de Julio Iglesias y decenas de sinónimos para definir los excrementos caninos (de “caca” a “coprolito”), la asociación vecinal de la Plaza del Comercio ha decidido tomar cartas en el asunto ante el incivismo de algunas personas dueñas de animales.

Con esta iniciativa, quieren resaltar que, con un perro, cada persona adquiere “una responsabilidad” y la “obligación” de recoger sus excrementos, según ha declarado a COPE Coruña el secretario de la entidad, Valentín Cuñarro. Se trata de que “todos tengamos conciencia”, dice. “Hay muchos puntos de recogida de basura en la plaza del Comercio” como “contenedores, papeleras por todas las esquinas”, por lo que cree que “no hay excusa” para no recoger lo que deja cada perro.

Carteles e incumplimientos

Los carteles se colocaron hace unos meses en locales comerciales pero también en los parterres que se han adecuado hace pocos años en la zona. “Como la vegetación era más baja, la gente se dedicaba a meter los perros en el jardín”, resalta Cuñarro, que incide en que esa costumbre llenaba las jardineras de “bichos”.

Pese a todo, hay quien ni con el recordatorio se da por aludido. Algunos carteles de los jardines los han arrancado ya, y hay quien parece que lo hace adrede y pone a su perro a defecar delante del mismo portal todos los días.

La botella para el paseo, obligatoria

La nueva ordenanza de Bienestar Animal ha entrado en vigor hace unos días en A Coruña. Una de las mayores novedades es la obligación de limpiar con agua los orines de perros, otra de las cuestiones a mejorar en la plaza del Comercio. “Sí se ve gente que lo utiliza pero aún hay gente que no lo hace”, apunta Cuñarro

Bamba tiene más suerte de tener una dueña cívica. Esta perrita pasea todas las mañanas por la plaza de Vigo. A la fuerza de la costumbre, su dueña, Ana, ha hecho migas con Matilde y Susana, que también sacan a sus mascotas a la misma hora.

Además de la correa y las bolsas, cada una lleva sus botellas, de distinto tipo. Matilde, una pequeña que se puede apretar a presión. Ana, otra que se pliega hasta parecer un sobre, como los zumos de los peques y, la más tradicional, Susana, ha optado una botella de agua mineral reutilizable. “¡Pero si es incomodísima!” le dicen sus compañeras.

No les ha costado adaptarse a la normativa porque ya las llevaban antes de su entrada en vigor, pero también inciden en que quien incumplen, ante todo, son las personas “el otro día estaban los jardines llenos de envases de Mc Donalds”, aseguraban. El poder soltar a los perros en zonas tranquilas sin gente es otra de sus demandas.