DANA EN VALENCIA
Un camionero de Mondoñedo (Lugo) tuvo que subirse al techo del camión para salir vivo de la dana
Pasó frío y miedo pero al menos no fue una de esas personas que la riada se llevaba flotando
Ribadeo - Publicado el - Actualizado
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“Quedamos embotellados en un atasco, empezó a subir el agua mucho y nos salvamos los que pudimos subiéndonos a los sitios más altos que encontramos”.
Explica Juan Comendeiro, transportista de Mondoñedo (Lugo), que se vio atrapado en un polígono en Ribarroja (Valencia), a punto de acceder a la A-3.
Su camión ya no podía avanzar por el atasco y empezó a ver a los otros coches flotar y buscó el sitio más alto que pudo, que era el techo del camión, “era la única salvación que tenía”. Pasó la noche mojado, con frío y con miedo: “pensaba que yo iba a ser uno de los siguientes que pasaban flotando”, lamenta que vio pasar a “mucha gente que no pudo ponerse a salvo”.
EMPEZÓ A ANDAR Y TODO ERAN COCHES CON LAMA Y GENTE DENTRO
Cuando empezó a amanecer, sobre las seis de la mañana o así, empezó a bajar el nivel del agua y pudo meterse dentro del camión, pero estaba todo encharcado.
Ya por la mañana, cuando se hizo de día, empezó a andar con otro compañero a ver qué encontraban, vieron mucha lama y coches con gente dentro. Al final consiguieron salir de allí. Les auxilió una trabajadora de una nave de un polígono que los sacó en coche
Él está vivio, el camión sólo son daños materiales
El camión quedó allí en el polígono en medio del barro y la destrucción, ya lo da por perdido. Ahora está gestionando los papeles del seguro y la grúa, pero ésta no puede acceder a la zona por el momento. Entiende que hay que tener paciencia y reconoce que al menos él está vivo y “lo demás son daños materiales, de eso siempre se sale”.
Apunta algo que ha denunciado mucha gente estos últimos días, el aviso le llegó tarde: “la alerta sonó cuando ya estaba encima del camión, cuando ya había unos tres metros de agua sonó la alerta, un poco tarde”.
Nos cuenta que el error fue que las autoridades mandaron a la gente para casa. Si la hubieran dejado en los centros de trabajo, en sitios altos, se habrían salvado, pero salieron todos a la carretera y se formó el gran atasco.
Ahora ya está tranquilo y a salvo en su casa, en Mondoñedo, con el horror prendido en la retina y con muchas gestiones por delante hasta el día en que pueda volver a ponerse en ruta, porque esa es su vida.