Ya no nos quedará París

Camilion, Cooper y Moreno brillan en el equipo español en pleno debate sobre el techo del deporte español tras unos JJOO que han dejado mensajes muy desconcertantes

Ya no nos quedará París

Jordi Jiménez

Mallorca - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Los Juegos Olímpicos de París 2024 han sido extraños y han dejado algunos mensajes al mundo desconcertantes y preocupantes desde su organización, desde un desfile absurdo en el río dejando sin protagonismo a los deportistas, a la difulcutad para distinguir entre hombre y mujer, pasando por la diseminación de sedes de los Juegos que se adjudican a una ciudad, no a un país, o en el empeño en que se nadara en un río insalubre o la dieta del menú de los deportistas.

Lo mejor que ha podido pasar es que el protagonismo lo tomaran rápido los deportistas y que hayamos visto pruebas vibrantes, lo mejor es que el deporte español haya ido remontando porque las medallas han costado y mucho, han dejado algunas grandes alegrías y también grandes decepciones.

El regusto que han dejado estos juegos para nuestro deporte es amargo porque parece tener un techo de cristal que nadie sabe muy bien cómo romper. El deporte español sigue en los mismos parámetros en cuanto a medallas, y aunque no todo se mide en medallas porque es importante cuántos finalistas tienes en cada disciplina y la cercanía a las medallas, en este sentido los 51 diplomas son un buen indicador, la decepción es notable. Nos siguen goleando países semejantes como Italia.

Pero si ha habido un equipo olímpico que ha brillado y que no tiene ningún techo porque en cada Juegos se supera, es el de Cope capitaneado por Manolo Lama. Ha sido una banda sonora permanente de estas dos semanas, si no se estaba viendo casi era exactamente lo mismo porque el sonido lo llenaba todo. Uno acaba deseando que cantaran medallas españolas casi tanto como por los deportistas por el equipo de Cope.

En tres de las 18 medallas de España en París 2024 hay tres baleares. La plata de Juana Camilion en el baloncesto 3x3, la gran sorpresa porque en esta nueva disciplina olímpica no había pronóstico de medalla, la clasificación ya fue heroica. Juana Camilion, salida del Bahía San Agustín y forjada en la universidad estadounidense de IONA. Y el piragüismo, cómo no, ha vuelto a dar éxito al deporte español con protagonismo balear, Marcus Cooper en el halcón milenario del K4 500 junto a Craviotto, Arévalo y Germade, además de diploma en el K-2 500 a 9 centésimas del bronce, y la irrupción de Joan Toni Moreno que ha logrado el bronce en el C2 500 en sus primeros juegos junto al dicharachero Diego Domínguez.

Se quedaron muy cerca Albert Torres con su cuarta posición en el Omnium, afedada después por su caída en Madison al encontrarse un corredor caído en la pista del velódromo y fracturarse la muñeca. Muy cerca también Hugo González con su sexto puesto en el 200 espalda (duro sexto puesto porque como campeón del mundo aspiraba a medalla), el puesto más repetido de los baleares ya que también Adrián Abadía en dúo de salto de trampolín de 3 metros, y Mavi García en ciclismo. En gimnasia Nicolau Mir con el equipo español no tuvo opciones.

Ningún futbolista balear ha participado en el Oro de fútbol, al contrario de lo ocurrido en el anterior Oro, el de Barcelona 92 en el que estaban Chichi Soler y Gabriel Vidal. Alguna reflexión debería motivar la ausencia de jugadores de nuestras islas en las categorías inferiores, algo no se estará haciendo tan bien como se suele decir, para no tener jugadores ni en la sub 21 ni en esta olímpica que ha ganado un Oro histórico ante Francia en París tras haber derrotado a Marruecos en Rabat, perdón, Marsella. En todo caso, España hizo su pretemporada en plenos Juegos y tras un nivel ínfimo en los primeros partidos acabó madurando ante Marruecos y deslumbrando en la final ante Francia.

Gran decepción de las campeonas del mundo, no ha sido el mejor torneo de España y tampoco para Cata Coll, Patri Guijarro y Mariona Candentey, como decepción es que en baloncesto no nos hayamos acercado. Siempre tocando metal el baloncesto español, estamos tan bien acostumbrados que nos parece increíble estar así. Era un reto difícil pero creíamos. Sin el talento de antaño, España podía funcionar como equipo, así ganó el último Eurobasket.

Pero a pesar de caer con las botas puestas y luchando hasta el final ante Canadá. Pero ya no están aquellos super clases que podían resolver la papeleta en el momento de la verdad, ni los Gasol, ni Navarro, ni Ricky, ni Navarro ni Calderón ni Chacho. Es cierto que hay madera, que hay talento sobre el que seguir creciendo, pero en el último baile de Rudy Fernández, el baloncestista récord del mundo con sus sextos Juegos, merecía otro adiós, faltaron puntos. El mal torneo de Lorenzo Brown ha pesado como una losa, tampoco han respondido interiores como Willy o Garuba. Demasiados condicionantes para que salieran bien. Pero Santi Aldama ha demostrado que es un pilar sobre el que construir, hasta dónde ya se verá. En féminas también esperábamos algo mejor, en los últimos juegos de Alba Torrens.

En vela que siempre es apuesta segura, el oro de Botín/Trittel ha salvado la papeleta en un aroma de decepción general, y si hablamos de los baleares también, porque de Paula Barceló junto a Támara Echegoyen se esperaba lo mejor tras haber sido diploma en Tokio y del benjamín Nacho Baltasar también, pero con Baltasar sólo ha sido el calentamiento.

Todo esto ha sido lo importante en lo deportivo en una cita olímpica que ha dejado señales desconcertantes, preocupantes, inquietantes. Unos Juegos con unas ceremonias inaugurales y de clausura tenebrosas. ¿Qué mensaje están mandando al mundo desde la cacareada ciudad de la luz? Unos Juegos en los que el presidente del Comité Olímpico Internacional se hace un lío para distinguir entre hombre y mujer pero a la vez presume de haber sido los primeros con paridad de género de la historia. ¿Y cómo lo sabe si no sabe cómo diferenciar un hombre y una mujer? En unos Juegos en los que han competido nada menos que en boxeo dos hombres en categoría femenina, unos Juegos en los que se ha perpetrado el mayor fraude que esperamos avergüence a generaciones venideras del olimpismo con la victoria de Imane Khelif.

Para ser la ciudad de la luz han tenido mucho interés en apagar dicha luz con ceremonias fúnebres, siniestras, figuras demoníacas, mensajes globalistas, como si Francia quisiera dejar claro que renuncia a cualquier seña de identidad que no sea el materialismo y el globalismo. No se dejen engañar por las frases grandilocuentes sobre la libertad, sólo es más sometimiento por otros medios.

Bien pensado ya iba siendo hora de que París se desmintiera a sí misma, tanto hablarnos de la ciudad de la luz, de lo que llevan viviendo desde tiempo inmemorial cuando la luz está aquí, está en España y si hablamos de luz mención aparte de nuestras queridas islas. Nadie tiene bien claro si París es conocida como la ciudad de la luz por los faroles de aceite que colgaron antes que en cualquier otra ciudad como medida antidelincuencia (ya en el siglo XVII tenían esos problemas), si por la cacareada ilustración, o por la iluminación de gas instalada en la primera mitad del siglo XIX.

En todo caso, París 2024 se ha desmentido a sí misma como ciudad al apelar a la oscuridad como seña de identidad en su puesta en escena ante todo el mundo. No son los franceses, ni siquiera los parisinos, es el poder quien lo ordena. Así que visto lo visto, ya no nos quedará París como refugio de amor y libertad, ese refugio somos nosotros mismos.

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