El valle de Navarra que llegó a tener tanta autonomía como un país: crearon una variante del euskera que se extinguió
Esta zona de Navarra llegó a tener tanta autonomía que celebran un Tributo con un pueblo de Francia desde hace varios siglos

Foto de archivo del valle del Roncal
Madrid - Publicado el
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Navarra es una tierra de contrastes, historia y profundas raíces culturales. A lo largo de los siglos, ha sabido preservar una identidad propia dentro del conjunto de España. Buena parte de esa singularidad se debe a su tradición foral, una herencia jurídica e institucional que ha dado lugar a modelos únicos de autogobierno. Entre todos ellos, hay un caso que destaca por su excepcionalidad: el Valle de Roncal.
LA PECULIARIDAD DEL VALLE DE RONCAL DENTRO DE NAVARRA
Situado en los Pirineos navarros, el Valle de Roncal no solo ha sido una joya natural y cultural, sino también un ejemplo extraordinario de autonomía local. Tanto es así, que durante siglos funcionó prácticamente como un pequeño país dentro del Reino de Navarra. Y no solo eso: sus habitantes llegaron incluso a desarrollar una variante propia del euskera que hoy está desaparecida.

Foto de Uztárroz, situado en el Valle de Roncal
Durante siglos, el Valle de Roncal se rige por sus propias normas, costumbres y ordenanzas. En plena Edad Media, sus habitantes pactan directamente con los reyes navarros acuerdos que reconocen su forma de vida y su capacidad de autogobierno. Este modelo pactista, tan característico de la cultura política navarra, choca con el centralismo que poco a poco se impone desde Castilla tras la incorporación del Reino de Navarra en 1512, tal y como se relata en un estudio del profesor Roldán Jimeno Aranguren de la Universidad Pública de Navarra (Autonomía municipal y control jurídico de los actos de la administración local)
A pesar de la presión por uniformar el sistema, el valle resiste. Como señala Jimeno, "las ordenanzas propias del valle y su derecho consuetudinario sobrevivieron durante siglos", regulando desde el uso de los montes y pastos hasta la justicia local. Incluso cuando el Consejo Real de Navarra empieza a intervenir con inspecciones y limitaciones, los roncaleses se mantienen firmes.

Urzainqui, en el Valle de Roncal
EL EUSKERA RONCALÉS O "ERRONKARIKO USKARA"
Pero si algo habla de la identidad única del Valle de Roncal es su idioma. El euskera roncalés, conocido como erronkariko uskara, fue una de las variantes más peculiares del euskera. Se hablaba exclusivamente en el valle y tuvo su auge en los siglos XVIII y XIX. Sin embargo, la presión del castellano y las políticas restrictivas a partir de 1876 aceleraron su desaparición.
La última persona que habló este dialecto de forma nativa fue Fidela Bernat, nacida en 1898 en Uztárroz, quien fallece en 1991 en Pamplona. Con ella se apaga una forma de hablar, pensar y sentir que era totalmente propia del valle. Junto a Fidela, otra figura clave es Ubaldo Hualde, quien no solo lo hablaba, sino que también sabía escribirlo. Gracias a él, lingüistas como Koldo Mitxelena o José Estornés pudieron documentar esta lengua antes de su completa extinción.
El euskera roncalés desapareció a partir de la llegada del siglo 20
Aunque hoy ya no se escucha por las calles del valle, el uskara roncalés ha dejado huella en la literatura. Autores locales como Prudencio Hualde y Mariano Mendigatxa escribieron evangelios, doctrinas cristianas y relatos de la vida cotidiana en este dialecto. Además, los hermanos Estornés Lasa también contribuyeron a su estudio y difusión, llegando incluso a elaborar métodos para su enseñanza en las escuelas del valle.
En la Fonoteca de Navarra todavía se conservan grabaciones originales de entrevistas en euskera roncalés, un testimonio sonoro de una lengua que, aunque ya no vive en la voz de sus habitantes, sigue formando parte del alma de Roncal.

Todavía se guardan grabaciones del euskera roncalés
Aunque la lengua se ha perdido, el espíritu del Valle de Roncal permanece. Su sistema institucional sigue mostrando trazos de aquel modelo autónomo que se resistía a desaparecer. Incluso tras la Ley Paccionada de 1841, que puso fin oficialmente al Reino de Navarra, el valle conserva su especificidad gracias a la Diputación Foral y normas propias que aún se respetan.
Hoy, el valle sigue siendo un ejemplo de cómo la tradición, la identidad y el autogobierno pueden convivir con la modernidad. Y aunque ya no suene el uskara roncalés por sus calles, cada piedra, cada nombre y cada documento recuerdan que este rincón de Navarra fue, durante siglos, casi un país con voz propia.
El caso del Valle de Roncal no es solo una curiosidad histórica. Es un símbolo de la riqueza cultural que puede encontrarse en los territorios rurales, muchas veces olvidados. También es una advertencia: las lenguas y las tradiciones, si no se cuidan, pueden desaparecer. Pero mientras haya memoria, documentos y voluntad de preservarlas, seguirán formando parte de nuestro patrimonio común.