"ETA asesinó a mi padre cinco días antes de que mi hermana cumpliera un año"

La hija del guardia civil Aurelio Salgueiro revive el infierno que era vivir en Euskadi

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Esther Salgueiro, hija de guardia civil asesinado por ETA

Santiago Ruiz de Azúa

Santander - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La familia de Aurelio Salgueiro llegó a Mondragón en agosto de 1970. Aurelio había pasado el examen para preparación a cabo de la guardia civil y como destino forzoso le había tocado Mondragón.

” Cuando nos lo contó en casa, en Escairón, lo hizo contento y emocionado porque decía que había muy buenos colegios. Era su mayor preocupación, que nosotros pudiéramos estudiar”, cuenta su hija Esther.

Visto con los ojos de una niña y desde el cariño familiar, Esther cuenta en esta entrevista, como en aquella época se estaba muy bien en Mondragón. Los primeros años fueron tranquilos pero todo cambió cuando ETA asesinó a los dos primeros miembros del cuartel,el 17 de diciembre de 1974. ” Aquello fue durísimo para todos porque todos éramos miembros de una gran familia. El garaje del cuartel se convirtió en la capilla ardiente. A partir de aquí todo cambió”.

El miedo pasó a formar parte de la familia. Empezaron a vivir el rechazo, las amenazas, dejaron de salir de paseo por el pueblo y tan solo salían del cuartel para ir al colegio o para comprar el pan.” En aquellos años,el sueldo de guardia civil no daba para ir de vacaciones con lo que toda nuestra vida transcurría dentro del cuartel”.

Esther estudió en el Colegio San Andrés de Mondragón hasta 8º de EGB donde sufrió los insultos y el rechazo por parte de sus compañeros. Insultos y rechazo que continuaron años después en el Instituto San Viator. El clima de presión era tal que cuando le preguntaban dónde vivía daba la dirección, C/ Garibay número 2, para no decir que vivía en el Cuartel de la Guardia Civil.

Aurelio Salgueiro era el jefe del servicio de información de la guardia civil. Estando en Mondragón había ascendido a sargento y había elegido A Coruña como destino. La mañana en la que ETA lo asesinó había salido al banco a sacar dinero para prestárselo a la familia de un compañero. Volvía contento, con el encargo a su mujer de que comprara una gran tarta para celebrar su inminente traslado y el cumpleaños de la hija pequeña a la que faltaban cinco días para cumplir un año. El traslado nunca llegó y nunca se celebró ese primer cumpleaños. Cuando Aurelio se acercó a recoger el correo aquel 28 de agosto de 1978, y en presencia de otro de sus hijos de 14 años, ETA lo asesinó de varios tiros.

NO, NO PAPA NO

Esther recuerda todavía el rictus de shock con el que su hermano subió a casa y casi sin poder articular palabra dijo: “papa, tiros”. Ester, que en aquel momento se encontraba limpiando el polvo, bajó corriendo las escaleras gritando “papa no. No, no papa no”.

A los pocos minutos de asesinarlo, los responsables del cuartel dieron a la familia 15 minutos para decidir a dónde se marchaban. “Mi madre nos lo preguntó a mi y a mi hermano mayor y sin pensarlo, decidimos mudarnos a Avilés”. Nunca más regresarían a Mondragón.

Al día siguiente se celebraron los funerales en la Iglesia de San Juan al que asistieron la viuda del guardia civil asesinado y sus siete hijos. “Mi madre quiso que asistiéramos al funeral para que viéramos a quien se estaba haciendo daño. Fue una mujer excepcional”.

Una familia, la de Aurelio, que quiere “memoria con verdad” y denuncia que la dignidad de las víctimas se ha pisoteado y se sigue pisoteando.

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