En 'El Espejo'

Pablo Martínez de Anguita repasa el Mensaje del Papa para la Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación

La Jornada da comienzo al 'Jubileo de la Tierra', que se prolongará hasta el próximo 4 de octubre

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Pablo Martínez de Anguita repasa el Mensaje del Papa para la Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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El pasado día 1 se publicó el Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, una jornada que en esta ocasión abre un tiempo jubilar que se extenderá hasta el próximo 4 de octubre, festividad de San Francisco de Asís. Sobre ese mensaje hemos hablado en 'El Espejo' con Pablo Martínez de Anguita, profesor del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y director de la revista Lands Care de la Universidad Eclesiástica San Dámaso.

Para Pablo Martínez de Anguita, "estamos viviendo el último día de la Creación, en el que Dios ha creado al hombre y a la mujer y los pone a cuidar y a labrar. Para llegar a la noche del séptimo día nos queda un trabajo de cuidado y labranza".

"El 1 de septiembre es un día importante en la Iglesia Ortodoxa, y esta Jornada tiene un factor ecuménico muy bonito. Nos invita a recordar que Adán viene de Āḏām, de "tierra". Venimos de la tierra, a través del barro, y formamos parte de ella. Así que el primer punto es recordar de dónde venimos", explica el profesor universitario. El segundo punto importante es el propio de un tiempo jubilar, el de la penitencia. "Es un sentido, por un lado, de penintencia, pero también un tiempo de descanso. Estamos en un tiempo en el que hay que ver el daño que hemos hecho, pedir perdón. Se le ha hecho un daño a la Tierra, hemos sido muy codiciosos con ella, y tenemos que volver a ese punto de originalidad en el que la Tierra es un Edén".

Dios da la Tierra a los hombres para que su vida sea verdaderamente buena, pero no consiste en exprimirla, como dijo el Papa Francisco hace unos días. "Hace unos años fui a unas misiones de los agustinos recoletos en Sierra Leona. Hablé con el primer ministro sobre desarrollo y me dijo: 'en el norte hay 60 000 hectáreas donde podría instalarse alguna empresa'. Yo fui y aquello era un pueblo, debí ser de los primeros blancos en entrar en él. Nadie sabía ni leer ni escribir, pero tenían un cartel del primer ministro. Les pregunté por qué estaba ahí y me dijeron 'porque es tonto. Cada cuatro años viene y, por hacerle un garabato en un papel, nos regala arroz'. Pues éste me dijo: 'tú trae empresas y desalojamos a la gente de ahí para que haya un crecimiento industrial'. Para mí aquello fue un encuentro brutal con lo que significa la explotación de la Tierra unida a la explotación de los pobres", explica el director de la revista Lands Care.

"Con una facilidad pasmosa dejamos que nuestro modelo de creación de riqueza y puestos de trabajo, que es bueno, cuando lo llevamos a África y echamos a 60 000 personas no funciona. O cuando le privamos a los indígenas, como sucede en muchas partes de Latinoamérica, de unas tierras que son ancestrales... hay una presión sobre las personas, sobre su modo de vida, sobre su tierra... que obedecen más a unas leyes de mercado que a una visión solidaria de lo que tiene el planeta, la justicia y la convivencia entre las personas que lo habitamos", prosigue Pablo Martínez de Anguita.

En este Mensaje, "el Papa nos llama no sólo a devolver lo que se ha quitado, sino a considerar al otro un hermano. Cuando consideras al otro un hermano es porque sabes que tienes un mismo Padre. Y a un Padre se le puede reconocer por la grandeza de sus obras", señala el profesor universitario. "Una vez, estuve con una persona que quería desarrollar urbanísticamente un valle. Ahora es un parque natural, pero yo pensaba 'si este hombre se sentara conmigo a ver un atardecer, igual descubriríamos que somos algo más que un objeto económico. Entonces, para reparar creo que es importante primero, descansar y encontrar en el descanso encontrar conmoción".

Este tiempo es, sobre todo, para alegrarnos. "Yo cuando estábamos en el confinamiento, me alegraba con cosas muy sencillas. En el jardín de mi casa vi por primera vez un reyezuelo listado, que es el segundo pájaro más pequeño de Europa. Y también vi cómo un pájaro carpintero hacía por primera vez su nido. Al final, lo que prevalece en el corazón humano es la conmoción por lo bello. Solo necesitamos dejar que Dios nos entre por los sentidos. La alegría es lo que le corresponde al hombre cuando ve la belleza del mundo y lo comparte", concluye Pablo Martínez de Anguita.

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