La madre de Cristina: “Esto no es nada comparado con lo que vivimos en Hamburgo en la II Guerra Mundial”

Ingeborg Schlichting ha estado en Fin de Semana para contar cómo vive ella en confinamiento y recordar tiempos pasados mucho más duros

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Ingeborg Schlichting: “Esto no es nada comparado con lo que vivimos en Hamburgo en la II Guerra Mundial”

Cristina L. SchlichtingMiguel Soria

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Si hace unos días Cristina entrevistó a su padre, hoy ha sido turno de su madre, Ingeborg Schlichting. Con ese nombre y ese apellido tiene muchas papeletas de no ser de España, y así es. Ella es de Alemania y en su vida ha pasado por confinamientos mucho peores que este, algo que ha contado en Fin de Semana con su hija.

Lo primero de todo ha sido contar cómo vive ella el Día de la Madre y el confinamiento: “Hoy no hago nada especial porque no nos podemos reunir, pero es lo que más echo de menos, el resto lo llevo muy bien. Ayer solo salimos al balcón, no tenía necesidad. Menos mal que ayer no salí porque ayer fue la avalancha. No me lo podía creer, no sabes lo que era, las masas por la calle".

Ya haciendo memoria, Ingeborg ha relatado que “el confinamiento de hace años en Hamburgo no tenía nada que ver con el de ahora. Los niños tenían una situación dramática. Estos días han sido de reflexión y he pensado en lo que mis padres pasaron. Recuerdo que me despertaran por la noche e íbamos al sótano, era a diario, por los bombardeos o incluso por falsas alarmas. Era un sótano de dos o tres cuartos con puertas dobles".

"Los niños no dormíamos”, continúa la madre de Cristina: “Nos poníamos a jugar al escondite porque estábamos acostumbrados al ruido de los aviones y de las bombas”. Y, a pesar de esto, recuerda con dolor “la peor noche, la de julio del 43 cuando murieron muchísimas personas. Los únicos que conservamos la casa éramos nosotros, pero en condiciones lamentables: las detonaciones destruyeron todas las ventanas y en Hamburgo sin ventanas era horrible, y además no se reponían. Teníamos que taparlas con cartones y no teníamos luz, había que dejar arriba algo de franja para que entrase la del día”.

Schlichting incluso afirma que "en la cisterna se congelaba el agua, el invierno era muy duro tras los bombardeos así que esto para mí... no lo llevo tan mal”.

¿Qué es entonces lo peor de este confinamiento? Ella lo tiene claro: “Me cuesta mucho echaros de menos, aunque la semana que viene podremos vernos si todo va bien”.

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