'Cartas a Herrera': "Antes de pensar en nosotros, deberíamos intentar pensar en el que está enfrente"

Cuenta Antonio Agredano lo que le ocurrió cuando quedó a comer con una amiga

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Escucha las 'Cartas a Herrera' de Antonio Agredano: "Las cosas no siempre son como las percibimos"

Antonio Agredano

Publicado el - Actualizado

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Es viernes, último día de la semana que Antonio Agredano despide con las 'Cartas a Herrera' en las que reflexiona sobre las cosas de la vida después de algunas de las experiencias que el periodista ha vivido a lo largo de la semana. Y como en toda carta que se precie, no puede faltar la tradicional posdata.

Querido Alberto:

El otro día quedé a comer con una amiga. Una de esas amigas que sobreviven a los años y a las mudanzas y a los enfados. De esas amigas que no reprochan la distancia y a la que no le escuecen mis ausencias y que, cuando los días cuadran, de mucho en mucho, comparte conmigo un vino y me regala sinceras carcajadas. Llegó agitada. “El trabajo y algunas movidas en casa”, me dijo, sin demasiada profundidad.

Pedimos algo para comer. Algo ligero. Estaba sofocada. Miraba el móvil constantemente. Los pitidos empezaban a molestarme. Empezábamos conversaciones que no avanzaban. Interrumpidas por fugaces vistazos a la pantalla. “Perdón”, me decía. Y ponía el móvil sobre la mesa y me miraba con cariño y me decía: “Cuéntame, cuéntame…”, y yo le repetía lo que acababa de decir hasta que un nuevo mensaje volvía a enfriar la vida que habíamos pensado contarnos.

Ya a los postres, tras una nueva pausa, que se alargó más de lo esperado, en la que ella tecleaba con celeridad, concentrada en su teléfono, sin reparar ni un instante en mi aburrida presencia, le dije: “Es muy difícil disfrutar de este almuerzo así”. Soltó el iphone con lentitud junto al plato y me volvió a pedir disculpas. Pero insistí: “Es que me parece una falta de educación”. “Tienes razón”, me dijo. Sin más.

Pagamos. Incómodos. A medias. Como siempre. Nos despedimos en la puerta. Cuando ella ya se iba, se giró. “No sabes nada de mi vida”, me dijo. “Pues mirando el móvil no me voy a enterar, desde luego”, le dije. La situación era desagradable. Cuando parecía que iba a gritarme algo, que nos íbamos a ir cada uno por su lado airados, bajó la voz, y me dijo: “Han diagnosticado a mi madre con demencia. Mi padre, tras mucho discutir con él, porque se negaba, ha aceptado llevarla al centro de una asociación, para que haga talleres y terapia”. Me quedé callado. Me sentí idiota. Ella continuó: “Mi padre me estaba contando cómo había ido. Estaba entusiasmado. Mi madre se lo había pasado realmente bien. Y quería compartir su felicidad conmigo. Han sido unos meses muy difíciles para todos y empezamos a ver la luz”.

P.D.

No sabemos qué hay debajo de cada cual. Las cosas a veces no son tan como las percibimos. Antes de pensar en nosotros, deberíamos intentar pensar en el que está enfrente. En la vida, no hay mayor tesoro que un “nosotros” y no hay mayor pobreza que un “ellos”. Aquel día, nos abrazamos. Nos entendimos. Y nos citamos para un próximo vino. ¿Pero cuántos otros días acabaron sin entender lo que sentían los demás?”

No te pierdas las 'Cónicas perplejas' de Antonio Agredano en 'Herrera en COPE'

De lunes a miércoles, el periodista Antonio Agradeno aaparece en 'Herrera en COPE' sobre las 10:50h arpoximadamente para darnos su particular visión de las cosas de la vida en sus 'Crónicas perplejas'.

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