'Crónicas perplejas': "Hemos convertido el hambre, que es algo muy primario, en una expresión refinada y civilizada"
Habla Antonio Agredano de algunas de las cosas 'raras' que solemos comer
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En esta sección de 'Herrera en COPE', Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus 'Crónicas perplejas'.
Qué hambre tendría el primero que se comió un caracol. Y, sin embargo, he estado este fin de semana en Córdoba y me he sentado en la barra de mi puestecito en Noreña y no he dejado ni uno. Ni gordos, ni chicos. Un auténtico caracolicidio al agradable sol de mi ciudad.
¿Y los quesos? Ayer Ángela, aquí en la Plaza del Duque, y que va a ser desde ya mi quesera de confianza, me recomendó algunos quesos riquísimos. Entre otros, unos muy azules. Que ese azul no es otra cosa que moho. ¿Cómo puede estar el moho tan rico?
¿Y los sesos? Hace no mucho los pedí en un almuerzo con mi amiga Rocío. Hacía años que no los probaba. Los hacía mi abuela. Y siempre me gustaron. Esa textura no es fácil, no entra suave, uno tuerce un poco el gesto antes del último bocado. Pero ya cuando llegan al paladar, es una delicia.
Hemos comido, desde siempre, cosas muy extrañas. Los huevos lo son. Las gambas no son bonitas. Hasta hace no demasiado se comían los pajaritos. Los nopales son cactus. La sangre encebollada. Riñones. Huevas. Me gusta todo.
Es maravillosa la curiosidad del ser humano. El fuego todo lo arregla. Hemos convertido la necesidad en un arte. Hemos convertido el hambre, que es algo muy primario, en una expresión refinada y civilizada.
Vayan a sus restaurantes preferidos. Coman con pasión. Pidan buenos vinos. Déjense asesorar por los camareros y los cocineros. Alarguen los almuerzos. No se priven del postre. Hay pocos placeres comparables a ese plato humeante que te ponen delante tras un día largo. Al sonido del descorche de una botella. Y a las risas cómplices en torno a la mesa. Buen apetito y salud.
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