'Crónicas perplejas': “Es un arte eso de apurar unos minutos más entre las sábanas”

Habla Antonio Agedano de lo que más le gusta de las mañanas

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Antonio Agredano y las mañanas en sus 'Crónicas perplejas'

Antonio Agredano

Publicado el - Actualizado

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Duermo poco y mal. Por eso, pocas cosas me gustan más que remolonear en la cama. Es un arte eso de apurar unos minutos más entre las sábanas, girando lentamente, repasando con pereza las tareas, imaginando lo que el día tiene reservado para nosotros.

Miro el móvil. Asisto a los importantísimos debates en Twitter que mañana todos habremos olvidado. Ejército un poco el ego en Instagram. Leo los wasaps pendientes. Dejo que la luz invada la habitación.

Me gustan las mañanas. Me gusta esa energía y esa inconsciencia. Luego la rutina va echándonos peso encima. Pero así, temprano, me siento muy leve. El olor del café y del pan tostado. La radio. La expectativa. Viviría eternamente en una mañana de sábado.

Pero luego empiezo a estropearlo. Voy al gimnasio, digo que sí a planes que no me apetecen demasiado, cambio las sábanas, pongo lavadoras, abro el ordenador para terminar un tema atrasado.

Voy abandonando la mañana, ese paraíso breve, y me voy adentrando en la cotidianidad. Saco tuppers del congelador, me da por lavar la moto, voy al supermercado a comprar fruta y termino comprando helado.

Y cuando me doy cuenta ya es de noche, el día se ha pasado volando, de esa intrascendente felicidad matutina ya no queda nada y sólo me espera la noche, conciliar el sueño, ir al wáter de madrugada, esas cosas que hacen los hombres de mi edad.

Las mañanas son apenas una ilusión. Casi algo que soñamos. Tan fugaces, tan livianas. Tengo un amigo que sale a correr a las cinco a.m.. Tal es la decadencia de occidente. Y lo peor es que yo no lo descarto después de Semana Santa.

Esa es la vida adulta, hasta negarnos el placer de remolonear en la cama. Ya ni siquiera sabemos como se hace eso de no hacer nada.

Las 'Crónicas perplejas' de la semana de Antonio Agredano

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