'Crónicas perplejas': “Internet es una cerradura a la que nos asomamos a otra cotidianidad”

Habla Antonio Agredano de filias digitales

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Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Mi filia digital favorita es buscar antiguos compañeros de colegio o de instituto en redes. Mirar sus fotos y decir, en voz alta: Este está peor que yo. Es terapéutico.

Internet es una cerradura a la que nos asomamos. Pegamos el ojo y, sin hacer ruido, asistimos a otras vidas, a otra cotidianidad.

Por más que disfracemos esta curiosidad, por más modernidad que le demos, esta cerradura es idéntica a las cerraduras de hace cincuenta o cien años. Es decir: el cotilleo. Y no pasa nada.

Yo no me siento culpable reconociendo que me gusta chismorrear. De famosos y de desconocidos. Cuando una chica borra medio Instagram, pienso: se ha divorciado. O un amigo empieza a poner selfis saliendo del gimnasio en sus stories y digo: este anda pavoneándose delante de alguna que le gusta.

En el Hola o en Instagram, exponemos nuestras vidas. Nuestras inseguridades, nuestros talentos. Frustraciones, ilusiones. Nuestros días malos y nuestros días buenos. Vivimos hacia afuera de tal forma que, a veces, hasta olvidamos vivir hacia dentro.

Y eso sí me preocupa. Que este escaparate permanente termine por llenarlo todo.

Por eso a veces está bien alejarnos de este aparatito molesto. De ese que tiene usted cerca o en las manos. Y esta noche, por ejemplo, un miércoles, así a lo loco, abrir una botella de vino en casa. De ocho euros, no hace falta mayor dispendio. Y olvidarnos de esas otras vidas que suceden fuera. De gente haciendo burpess o recetas de airfryer o primas con novio nuevo. Nada. Alejémonos por unas horas de la cerradura.

Y centrémonos en nosotros. En la copa, en la conversación, en ese maravilloso silencio entre sorbo y sorbo. Y amar. Y reír. Y disfrutar de lo que somos. Así, sin más. Disfrutar de nuestra sencilla, y a la vez compleja, existencia.

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