Las 96 bolsas de excrementos en La Luna que demuestran la llegada del hombre al satélite: "Como un niño de ocho años"
En 2010 se desclasificaron 45.000 páginas de documentos del programa espacial Apolo y se filtró una conversación en la que se hablaba de esto

Alberto Herrera conoce la curiosidad de la historia del Apolo a La Luna y los excrementos humanos con la historiadora Ana Velasco
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En julio de 1969, la misión Apolo 11 marcó un hito en la historia de la humanidad al convertirse en la primera en llevar astronautas a la superficie lunar. Este logro, transmitido en vivo a millones de personas en todo el mundo, consolidó el liderazgo de Estados Unidos en la carrera espacial y dejó numerosas evidencias de la presencia humana en el satélite. Entre ellas, una de las más insólitas y poco conocidas es la existencia de 96 bolsas de residuos humanos, que fueron dejadas en la Luna por los astronautas de las misiones Apolo entre 1969 y 1972.
Un testimonio inesperado
El programa Apolo fue una hazaña tecnológica y humana sin precedentes, que exigió resolver múltiples desafíos, entre ellos, la gestión de los desechos en el espacio. En ausencia de inodoros funcionales en la nave, los astronautas utilizaban un rudimentario sistema de bolsas plásticas adheridas a sus cuerpos para la evacuación de excrementos y orina. Estas bolsas, junto con otros desperdicios como envoltorios de comida, restos de equipos en desuso e incluso ropa usada, fueron abandonadas en la superficie lunar para reducir el peso de la nave antes de su regreso a la Tierra.

Christian Lotzmann muestra una bolsa de desecho del Apolo que no ha volado.En agosto de 2007, cuando se tomó la fotografía, Chris medía 138 cm.En posición horizontal, la bolsa vacía mide aproximadamente 101 cm de largo y 70 cm de ancho.
La necesidad de aligerar la carga era crucial para la seguridad de los astronautas y la eficiencia de la misión. Cada gramo adicional podía comprometer el rendimiento del módulo de ascenso en su viaje de vuelta. Por esta razón, los astronautas depositaron en la Luna todo lo que no era esencial para el retorno, incluyendo materiales científicos ya utilizados, herramientas inservibles y sus propios residuos biológicos.
En 2010, la desclasificación de 45.000 páginas de documentos del programa Apolo reveló detalles inéditos sobre la vida en el espacio, incluyendo anécdotas sobre la higiene y los desafíos cotidianos que enfrentaron los astronautas. Uno de los episodios más recordados es una conversación captada en la cabina del Apolo 10, en la que los tripulantes se enfrentaron a un problema inesperado: un excremento flotante que apareció en pleno vuelo. La transcripción de la conversación muestra la sorpresa y las risas nerviosas de los astronautas, quienes intentaban identificar al responsable y resolver la situación en un ambiente de ingravidez. Este incidente ilustra las dificultades de la vida en el espacio y cómo incluso las tareas más básicas pueden volverse complicadas en un entorno sin gravedad.
Residuos en la Luna
Aunque pueda parecer anecdótico, las bolsas de excrementos en la Luna tienen un valor científico significativo. Cada una de ellas contiene microorganismos humanos que podrían haber permanecido latentes en el ambiente hostil del satélite durante más de cinco décadas. Esto abre un abanico de interrogantes sobre la resistencia de la vida en condiciones extraterrestres y el posible impacto de la contaminación biológica en futuras misiones interplanetarias.

Un astronauta del Apollo 11
La NASA ha mostrado interés en estudiar estos residuos para evaluar si las bacterias y otros microorganismos han logrado sobrevivir a la radiación, las temperaturas extremas y la ausencia de una atmósfera protectora. De ser así, este descubrimiento podría aportar información clave sobre la posibilidad de vida en otros cuerpos celestes, como Marte o las lunas heladas de Júpiter y Saturno.
El debate sobre la gestión de residuos en futuras misiones espaciales cobra cada vez más relevancia. En septiembre de 2024, la NASA lanzó un concurso dotado con tres millones de euros para el desarrollo de soluciones innovadoras que permitan manejar los desechos en la Luna de manera eficiente y sostenible. Esto responde a la necesidad de preparar futuras misiones tripuladas de larga duración, como el programa Artemis, que busca establecer una base permanente en el satélite.
Mientras tanto, las 96 bolsas de residuos siguen en la Luna, intactas desde hace más de 50 años. Estos desechos, que alguna vez fueron descartados como simple basura espacial, podrían convertirse en una clave para responder preguntas fundamentales sobre la supervivencia biológica fuera de la Tierra.
La exploración espacial no solo ha dejado huellas en la Luna, sino también rastros biológicos que podrían ser determinantes en futuras investigaciones científicas. Irónicamente, una de las pruebas más irrefutables del alunizaje del Apolo 11 no es una bandera ni un módulo de aterrizaje, sino algo tan mundano y humano como las heces de los astronautas.