El comentario de Santi González del lunes 21 de enero de 2019

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Santiago González

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El análisis de la actualidad de Santi González en 'Herrera en COPE'.

A lo largo del día y durante toda la semana se nos está alargando la angustia que hemos interiorizado sobre el pequeño Julen a medida que aparecían nuevas dificultades y los equipos técnicos chocaban con la dureza de los materiales que alargaba unas horas más el momento de encontrar al niño. Hace ya unos cuantos días que todas las horas son críticas para un niño de dos años.

También se hablará de la Convención Nacional que se ha celebrado este fin de semana en Madrid y que podríamos calificar de éxito. El presidente del PP ha culminado así seis meses de ejercicio del cargo en el que ha mostrado razonable solvencia, ha demostrado que es capaz de hacer discurso sin papeles y ha hecho algunas designaciones con buen criterio. Fue un factor para el optimismo popular la presencia de Moreno Bonilla, entre la jura como presidente de la Junta del viernes y el anuncio de su nuevo Gobierno que hará hoy. Con todo, quizá el factor más positivo para el PP fuera la aparición de José Mª Aznar y la novedad de que va a votarlo, que este es su partido y que su presidente es Pablo Casado, en quien tiene puestas todas sus complacencias. Lo más negativo, la evidencia de que los dos últimos líderes del Partido Popular no pueden ir juntos, no sé si a coger billetes, pero desde luego no a una convención del partido.

Está el día complicado que se les prepara a madrileños y barceloneses con la huelga de taxis, como si no tuvieran bastante con sus respectivas alcaldesas y hay un cuarto, del que no es seguro que hablen, pero que deberían. Hoy comenta 'El Mundo' que los presupuestos del doctor Fraude sigue comprando a golpe de talonario más meses de alquiler del palacio de La Moncloa. Sánchez invertirá en Cataluña un 80% más que en la Comunidad de Madrid, un 30% más que la media de inversión en las Comunidades Autónomas. Hay que decir en su favor que el casoplón lo tiene en alquiler, mientras Pablo y su Krupskaia, más mindundis si cabe, lo tienen en propiedad.