Luis del Val: "En Cataluña, los niños son propiedad de los secesionistas, los que sostienen a Sánchez"
Porque en Cataluña, "la bandera de España, es la representación del mal" como ha ocurrido en un colegio de Tarrasa
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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en la ocurrido con una alumna en una escuela de Tarrasa:
[ESCUCHA LA IMAGEN DEL DÍA DE LUIS DEL VAL EN “HERRERA EN COPE]
"Una niña de diez años escribe un trabajo de fin de curso y, al final, dibuja una bandera española y pone estas dos palabras: “¡Viva España!” La profesora, al ver el trabajo, presa de la cólera, agrede a la niña, destroza su trabajo, delante de toda la clase, y la expulsa al pasillo. Según el parte medico, la alumna presenta lesiones en la zona lumbar y en un dedo. Y, según el informe psicológico, la niña de diez años, a raíz de estos hechos, presenta ansiedad, labilidad emocional, sentimiento de indefensión e impotencia, de hostilidad, de rabia, trastornos del sueño y dolor emocional, entre otras secuelas.
Y esto ¿dónde ha ocurrido? ¿En Corea del Norte, en Cuba, en Venezuela, en China? No vayamos tan lejos. Esto ha ocurrido en Tarrasa, en el colegio Font d’Alba, y lo ha contado Esther Armora en ABC. Eso lo leí anteayer, pero hoy, también en el diario ABC, la misma Esther Armora, cuenta la persecución llevada a cabo contra el profesor de Historia del Instituto Joan Boscà, don Francisco Oya. Asambleas de los alumnos presididas por los dirigentes del centro, pancartas en el exterior y en el interior, permitidas por la dirección; expediente de la Generalitat; visitas de la inspección, y todo el muestrario del totalitarismo secesionista, con barniz legal.
Estos alumnos del Instituto ya no tienen 10 años, como la niña de Tarrasa, y ya han aprendido el camino de la verdad, ya saben que la bandera de España es la representación del mal, que hay que aborrecerla, y que al profesor de Historia que niegue las mentiras y falsedades sobre la nación catalana, se le debe perseguir. Recuerden a los pobres hijos de los guardias civiles que asistían a la escuela y a quienes los profesores les preguntaron si no se sentían avergonzados del trabajo de sus padres. El totalitarismo en Cataluña no es un caso aislado, ni una tendencia: es una realidad diaria, una coerción constante, una obsesión que llega al delito sin ninguna repugnancia. Y en su en su miseria ética y moral, en su falta de escrúpulos, les da igual martirizar a una niña de diez años que convertir en fanáticos a unos chicos de quince o dieciséis. Ya lo dijó Celaá. Los hijos no son de los padres. En Cataluña son propiedad de los secesionistas, los que sostienen, con altos intereses, al Gobierno de Sanchez".