Luis del Val: “Como la meadita del perro, Sánchez marca el territorio. Nada será como antes”

"Lo de cambiar al martes el consejo de ministros, en el fondo", dice el profesor, "es inocuo, bastante barato"

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Del Val: “Como la meadita del perro, Sánchez marca el territorio. Nada será como antes”

Luis del Val

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Apuntabas, ya a las siete de la mañana, que el cambio del día de reunión del Consejo de Ministros podía tener la intención de opacar la semana parlamentaria, y puede ser cierto, no lo niego, pero yo me inclino por ese síndrome del Nuevo Testamento, que les acomete a directivos, políticos, y mandos en general.

He trabajado en la administración autonómica, en la administración central, y en la empresa privada, y siempre me he tropezado con ese ministro, ese director general, ese presidente autonómico, o ese alto ejecutivo que se sienta en el sillón, y está convencido de que él es una figura providencial, llegado allí para cambiar las cosas, romper la rutina y comenzar una nueva era. Da igual que se trate de una fábrica de automóviles, un periódico, una empresa de distribución o una presidencia de Gobierno. Es cierto que Pedro Sánchez ya había sido presidente, pero en funciones, y entonces no hablaba de los 4.000 días o de los próximos treinta años.

 Lo de cambiar al martes el consejo de ministros, en el fondo es inocuo, bastante barato, y, mira, se hace la semana más corta, porque te plantas en el miércoles sin querer, y el jueves ya es víspera del comienzo del fin de semana. Pero, sobre todo, como la meadita del perro, marca el territorio, y viene a ser un distintivo de que nada será como antes, ese convencimiento de los fundadores de la nueva era.  

 Y estoy convencido de que Pedro Sánchez está seguro de que con él cambian los tiempos, porque no le han ido las cosas mal, sus enemigos de ayer, hoy están bastante peor y -esto es fundamental- posee la suficiente dosis de soberbia, ese pecado de los ángeles. Porque hay que tener soberbia en cantidades abrumadoras para referirse a los 4.000 días siguientes, como si uno fuera dueño de las fases de la Luna, del calendario de las catástrofes y del ritmo de las enfermedades.

 Insisto, esto no es exclusiva de Pedro, porque su compañero Pablo, cuando hablaba del asalto a los cielos, también se encontraba preso de la soberbia del Nuevo Testamento. Ahora, domesticado, se conforma con ser uno más de la panda.

 Y no es exclusiva de la política, he visto la primera reunión del alto ejecutivo, sus ojos brillantes y sus despectivos comentarios sobre el equipo anterior. Claro, en este caso, el equipo anterior también es responsabilidad del fundador del nuevo testamento de España, pero no pasa nada, se dispara contra Rajoy, y solucionado el problema.

 Por cierto, estos planteamientos suelen ilusionar bastante al personal, pero tienen el inconveniente de que no resisten el paso del tiempo, quiero decir que, un mal día, alguien se da cuenta de que las condiciones objetivas no son mejores, que hay aspectos que se han degradado y es el comienzo del desencanto. Faltan dos años para eso. Así que paciencia y barajar, que la partida se presenta larga, no por lo de los cuatro mil días, sino por los 731 días próximos, con unos cien martes llenos de novedades, abalorios, juegos de manos, cintas voladoras y potentes caballos que puede que sólo sean caballitos de cartón. 

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