Luis del Val: “La libertad de expresión no es la incitación al odio, como el regüeldo no es una cortesía”
El profesor Luis del Val pone el foco de atención de su imagen en la libertad de expresión
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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en la libertad de expresión y la reforma del Código Penal que pretende hacer el Gobierno.
Con el efugio de aumentar la libertad de expresión el Gobierno pretende reformar el Código Penal para que haya barra libre en insultos y ofensas. Por ejemplo, dentro de poco, podremos escuchar o leer que el ministro Fulano de Tal, maricón, ha presidido una reunión en su ministerio. O veremos una caricatura de un vicepresidente del Gobierno, retozando con una moza y grabándose en su teléfono móvil, en el teléfono móvil de la moza, claro. Porque es que el insulto y la ofensa va y viene, y los vejados no serán siempre los católicos, los de derechas o los respetuosos con los símbolos de la nación, sino que leeremos algo así como que “las frustradas machorras que se autodenominan feministas van a convocar una manifestación”. Y si no es delito quemar la bandera de España, o el delito de quemar el retrato del Rey es libertad de expresión, en el bar de enfrente se podrá organizar un campeonato de tiro al mierda, donde con dardos, untados previamente en una boñiga, se tratará de acertar en el centro de la fotografía de Pablo Iglesias, fundador del Partido Socialista Obrero Español. Y es que nuestros fatuos gobernantes creen que el fomento del odio va sólo en un sentido, pero el odio siempre rebota, y cuando lo hace es en la misma dirección, sí, pero en sentido contrario. Y todo esto porque un recitador de raps incita a que maten a personas que no son de izquierdas, y va a entrar en la cárcel. Durante doce años estuve escribiendo en periódicos y hablando por la radio en una Dictadura. Pero la libertad de expresión no es la incitación al odio, como el regüeldo no es una cortesía.
Y si unos ripios asonantes son una obra artística, los bellos sonetos que ha escrito Juan Van Halem en su último libro, “Donde nombras la lluvia”, deberían tener la categoría de catedral gótica. Mientras tanto, se prepara una ley de memoria histórica, con arreglo a la cual, hoy, Luis María Ansón sería multado por escribir en El Mundo, algo verdadero: que el socialista Besteiro le avisó a Ortega y Gasset de que se fuera de Madrid porque el bando republicano lo iba a fusilar. Y huyó y salvó la vida. Por cierto, aquello de fusilar empezó con la barra libre del odio, con la amenaza de muerte desde la tribuna del Congreso, con la división de España en dos, reconciliadas, luego, afortunadamente, en la Transición de 1977.