Luis del Val, a los que desprecian el trabajo de la UME en Cataluña: “Hay que ser cobarde y miserable”

"Fuerza de ocupación": así agradece el separatismo la ayuda de la UME en Tarragona

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Luis del Val, a los que desprecian el trabajo la UME en Cataluña: “Hay que ser cobarde y miserable”

Luis del Val

Publicado el - Actualizado

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Cuando toda España está sobrecogida por el incendio de Tarragona, cuando hemos visto a la buena gente no poder contener el llanto, porque el fuego se ha llevado sus animales y su medio de vida; cuando contemplamos, con angustia, a esas personas que tienen que abandonar su domicilio; cuando hay un bombero hospitalizado, a consecuencia de un  golpe de calor,  y cuando 220 miembros de la Unidad de Emergencia Militar, con 26 vehículos,  se están jugando la vida en su lucha contra el fuego, el consejero de la Generalidad, un  tal Buch, escupe sobre la solidaridad, ignora cualquier emoción que no sea el objetivo separatista, y dice que es natural que el Estado Español, como es vecino de Cataluña, ayude en el incendio, y que lo mismo hubiera hecho Francia. Si yo fuera un español, nacido o domiciliado en Cataluña,  me moriría de vergüenza de que me representara un miserable moral como este.

He tenido la suerte de compartir mesa y conversación con el general Alcañiz y algunos de los jefes y oficiales de la Unidad Militar de Emergencia. He visto la taquilla de un  soldado de la UME, que parece el vestuario de un actor en gira, porque allí está el traje de neopreno para las inundaciones, los blancos monos para la nieve, y los trajes ignífugos para los incendios. Con la diferencia de que ellos no representan ninguna comedia de mentira, sino que se juegan la vida de verdad.

Tan de verdad, que ya hay una lista de muertos en acto de servicio,  en un trabajo que un ser tan despreciable como el consejero Buch sería incapaz de llevar a cabo, por falta de habilidad y por cobardía. Porque hay que ser muy cobarde para despreciar el trabajo de los que lo arriesgan todo para salvar el patrimonio de los demás, sin recibir otra cosa a cambio que el cumplimiento del deber. Porque hay que ser muy cobarde para decir, como se ha dicho en medios digitales nacionalistas, que los militares que ayudan en los incendios son fuerzas de ocupación, y que están allí en una operación de blanqueo del Ejército. Hay que ser cobarde, tremendamente cobarde, y miserable, tremendamente miserable para aprovechar un drama,  que puede llegar a ser una tragedia, y colocar la cuña independentista, por encima del dolor de la angustia.  Ya lo hicieron en el atentado de las Ramblas. Cuando toda España se quedó estremecida, cuando la sangre de los muertos  apenas se había enfriado, ya estaban los cobardes monstruos del nacionalismo urdiendo sus pancartitas, y escupiendo sobre las tumbas.

Si yo viviera en Cataluña y me representara un individuo de la catadura moral de este tipejo despreciable, me moriría de vergüenza. Y si los dejamos a su aire, serán capaces de dejar Cataluña como una escombrera, y andar por entre las ruinas con una estelada y la sonrisa de los tontos contemporáneos. Pero no lo podemos permitir.  Cataluña no es así, aunque este puñado de cobardes, sembradores de odio y enemistad, se hayan autodenominado los salvadores de Cataluña, cuando pertenecen  a una empresa que debería llamarse “Derribos y Demoliciones, Sociedad Catalana de Secesionistas”.

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