”Pepe Oneto nunca hubiera imaginado que la izquierda ascendería a Franco al cielo”

Es el recuerdo de Luis del Val al periodista fallecido ayer a los 77 años de edad

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Luis del Val: ”Pepe Oneto nunca hubiera imaginado que la izquierda ascendería a Franco al cielo”

Luis del Val

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Si esta mañana hubiera estado aquí Pepe Oneto, como lo estuvo tantas veces en los programas de Herrera, y tantos años en esta Casa, con Luis Del Olmo, es probable que, al comentar la noticia de que los restos de Francisco Franco iban a ser trasladados en helicóptero, hubiese dicho que nunca se hubiera imaginado que fuese la izquierda quien trabajara para que Franco ascendiera al cielo. Poseía esa rapidez de la ironía gaditana, que salta al vuelo de cualquier frase para convertirla en paradoja. Conoció enseguida el riesgo de ejercer el periodismo a través de los secuestros del diario Madrid, hasta que lo cerraron definitivamente, y entonces se fue a una revista que nació disfrazada de revista económica, pero que era la revista más política de todas las que se publicaban, hasta que su éxito logró la aparición de aquél Diario 16, y en aquél grupo, admirable por muchos motivos, también sufrió las desavenencias internas de la empresa, lo que le llevó dirigir Tiempo de hoy, que sería, precisamente, la rival de Cambio 16. Los colaboradores de entonces no teníamos correo electrónico, y llevábamos los folios escritos desde casa, o bien, ya en la redacción, pedíamos un hueco para escribir. Aquella cercanía geométrica permitía pasar por el despacho del director y echar una conversa que podía ser corta, larga o terminar añadiéndote a un almuerzo con alguien.

Pepe Oneto era muy gracioso -que doloroso es escribir el pretérito imperfecto “era”- pero se adaptaba a los medios y los diferenciaba. En la radio, se mostraba más ligero en las tertulias; en la televisión, estaba más comedido, y reservaba el rigor para los artículos de Prensa, porque sabía que la palabra escrita no se la lleva el viento. Poseía una técnica que no se explica en las facultades. Tomaba parte de un rumor verosímil y llamaba una persona relevante de un partido. Con los detalles añadidos, se daba un paseo por el Congreso y hablaba con algunos diputados. Finalmente, cuando ya tenía muchos datos, llamaba por teléfono a un alto cargo para completar la información. Nunca supe si se le ponían al teléfono porque era influyente, o era influyente, porque todo el mundo se le ponía al teléfono, y eso que optó por la vía periodística de la incomodidad, esa que te permite ver la cara enfada de un ministro, porque no le gustaba lo que habías escrito.

En los cócteles multitudinarios, su cortina rubia en el lado derecho era una referencia de localización y, luego, al encontrarte con él, siempre te sorprendía el color de la chaqueta y una corbata que tú sabías que tu mujer nunca te hubiera dejado ponerte si te veía antes de salir.

Para saber algo de la Transición hay que leer la docena de libros que publicó con rigor y amenidad. Y para sintetizar un elogio cabría decir que ningún lector supo nunca a qué partido votaba Pepe Oneto. Por eso, por su independencia y su honestidad, ayer, cuando circuló la noticia de su muerte, por las trincheras del periodismo corrió un escalofrío de ausencia y un latigazo de melancolía, porque quienes le conocimos y tratamos, y nos son familiares las tentaciones de este oficio, sabíamos, y sabemos, que se ha ido uno de los nuestros.

Herrera en COPE

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