Un anciano estadounidense pide un préstamo para cuidar a su mujer y se queda a cuadros por lo que le da la chica que le atiende
María José Navarro, en su 'Historia del Día', cierra la semana contándonos la sorpresa que se llevó este señor al acudir a pedir un préstamo
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Donald tiene 90 años, pero sigue trabajando. Es un veterano de guerra, pero ha vuelto a trabajar. No por gusto, sino por necesidad. Hace unos días se acercó a un establecimiento donde obtiene algún préstamo cuando el sueldo le llega un poco tarde.
Lo pide porque su mujer está enferma y ya sabemos que en Estados Unidos, cualquier cosa relacionada con la salud es carísima. Se acercó a la ventanilla y ahí estaba la chica con la que habitualmente negocia esos anticipos. Fue a devolver el último, 1.380 dólares, pero como no le llegaba, sacó unas pequeñas bolsas con algunas joyas diminutas.
Pero a Donald le esperaba una sorpresa.
La chica de la ventanilla le entregó un sobre, como si fuera un regalo. Ella había mirado el DNI de Donald y sabía que este mes era su cumpleaños. Dentro del sobre había un cheque por valor de 1.300 dólares.
A mí me parece que el karma no existe. Si el karma existiera, todos los niños del Tercer Mundo habrían sido recompensados pero, hay algo, hay una justicia divina, una justicia humana que vincula acciones y consecuencias. O lo que es lo mismo: la bondad llama a la bondad.
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Donald no solo recibió el dinero para pagar su último préstamo, sino que su historia, que se hizo viral, llegó a mucha gente. Tanta, como para recaudar 250.000 dólares para él. La justicia divina, la humana.
Y ahora, Donald, vaya a descansar.
Pierden a sus hijos en Valencia y la búsqueda acaba en persecución: durante 40 minutos
Rescatamos otra 'historia del día' que tampoco tiene desperdicio.
Arrancamos con la siguiente pregunta: ¿Alguna vez te has dejado algo en el autobús? Las llaves, la cartera, el bolso... yo qué sé. A veces vivimos tan deprisa, ¿verdad? Demasiado deprisa. Incluso en vacaciones. Pero hay quien pasa todos los límites. Porque una cosa es dejarse el abono transporte en el asiento de al lado en pleno despiste y otra, dejarse un hijo. O dos.
Eso le ha pasado a una pareja extranjera que estaba pasando sus vacaciones en Valencia. Tomaron un autobús municipal, se bajaron en la calle Colón y a recorrer la ciudad. Y mientras tanto, en ese autobús, dos niños de tres y cinco años buscaban a sus padres... que no tuvieron mejor idea que coger un taxi y ponerse a perseguir el autobús durante 40 minutos. Eso cuando se dieron cuenta del follón que habían liado.
Por suerte, las autoridades ya se estaban ocupando de los dos niños y no pasó nada grave.
Casi un milagro que terminó con mucha angustia, mucho alivio y con una carrera inesperada en un taxi.