María, dentista de Catarroja, pierde su clínica tras la DANA y así toma cartas en el asunto: "Se dio cuenta"

Hay una iniciativa solidaria online que se llama “Adopta un comercio”. A través de ella, Vd accede a un listado de establecimientos que han sido afectados por la Dana. Ahí, cada uno de ellos, ha hecho los cálculos del dinero que le hace falta para volver a abrir y, si a Vd se le apetece y puede, pues pone unos euros y pega el empujón.

Detrás de cada rótulo, detrás de cada nombre comercial, hay una historia. Hoy quiero que conozcan a la dentista María Melguiza, que tenía una clínica desde hace tres años en Catarroja.

María tuvo mucho tiempo para pensar en emprender, en arriesgarse y lo hizo. Su embarazo no fue bien, su hija nació prematura y las horas en la UCI de su nena le permitieron pensar en esa clínica dental propia. Y ahí estaba, sacándola como podía adelante. Hasta que llegó la Dana.

Su persiana no quedó dañada, pero al abrir se dio cuenta de que lo había perdido todo, incluidos los materiales específicos de ondontología, que son carísimos.

A María le ha costado la vida pedir ayuda.

Nos han acostumbrado a pensar en que pedir ayuda es de débiles, de gente incapaz de manejar las cosas por sí misma. Pero eso no tiene ningún sentido. Los seres humanos no vivimos aislados, dependemos uno de otros para salir adelante en la vida, así que no hay vergüenza posible en pedirla.

María, por cierto, ya llora menos.

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Hace escasos días, María José Navarro también hablaba en su 'Historia del Día' de dos jóvenes migrantes colombianos que, como María, viven en Catarroja.

Julián tiene 32 años, es colombiano, de Villavicencio, cerca de Bogotá, donde nacen el joropo y el coleo. Julián Peña daba clases de sociales, español y religión. Licenciado en teología, casado con Jenny, decidió venirse a España, a empezar por segunda vez. Llegó a Valencia hace dos años a un hotel y de ahí a Catarroja, a trabajar de lijador en el Polígono Albal.

La siguiente escena es la Dana arrasando el Polígono y el bajo en el que vivían Julián y Yenni. Escaparon con los pasaportes, unas chaquetas y mantas. Desde hace tres semanas, han encontrado hogar en la casa de Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul en Valencia.

Junto a Julián y a Jenni, en esa casa de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, viven otras 30 personas. Hondureños, venezolanos, marroquíes. No les falta de nada, y mucho menos el cariño, que ponen de sobra las hermanas. Y Julián vive ahí ahora. Julián y Jenni comenzando de cero por tercera vez. Puedes volver a escuchar la historia aquí.