Las arriesgadas aventuras de ‘los fósforos’ en el mar

Inauguramos el verano conociendo las aventruas más arriesgadas de 'los fósforos' en 'Herrera en COPE'

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Las arriesgadas aventuras de ‘los fósforos’ en el mar

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Ya estamos en verano y como suele ocurrir en esta época aprovechamos las vacaciones en la playa para disfrutar del mar y de los deportes acuáticos que cada vez van sumando más adeptos.

Surf, Kitesurf, Bodyboard, Paddle surf… son algunos de los deportes que más se practican y los que muchos intentan practicar aunque no siempre con buenos resultados. Sin olvidarnos de a quienes les gusta la navegación.

En ‘Herrera en COPE’ damos la bienvenida al verano con las arriesgadas aventuras que ‘los fósforos’ han vivido en el mar. Como es el caso de Nerea que cuando tenía 20 años y un novio surfista se fueron al Algarve donde ella decidió probar. Así que alquilaron una tabla y al coger su primera ola se cayó. Cuando iba a salir del mar “se me estampó la tabla en la cara y me provocó un derrame dejándome un gran moratón”. “El surf no es para mí”, concluye la fósfora.

Francisco que practica casi todo tipo de deportes: esquí acuático, surf…. Decidi'probar un día Kitesurf enTarifa, un día con mucho viento y sin tener ni idea de volar cometas. Después de un curso de un día, se adentró en el mar con su tabla y su cometa pero esta se le cayó y “me metía mar adentro, dirección a África”. Pero finalmente la cometa se levantó y Francisco pudo regresar a la playa. Este fósforo nos recuerda que “al mar hay que tenerle mucho respeto”.

Pablo recuerda que cuando tenía 8-10 años veraneando en El Portet de Moraira, un día de mucho viento se le ocurrió salir a navegar con una barquita que tenía a la que le había hecho una vela con una manta, y que el mar lo llevó hasta el peñón de Ifach. Y todavía asustado recuerda que “me hubiera ido mar adentro hasta Áfica”.

Concha se fue un verano con su marido al Caribe y se apuntó a todos los cursos que había de deportes acuáticos, uno de ellos aprender a navegar en catamarán. Cuando su marido terminó los cursos logró convencer finalmente su mujer para navegar en catamarán. “Al principio todo muy bonito, muy romántico… hasta que el catamarán volcó”, cuenta Concha. Y pese a que los vigilantes del hotel fueron a ver cómo estaban, estos no les ayudaron a volver a la playa, pero ellos finalmente lo consiguieron.

Enriqueta guarda dos aventuras en su memoria. Una, junto a sus amigas en una playa de Cantabria cuando decidieron probar la experiencia con “la salchicha”, que como suele ocurrir, al final, acabas cayéndote, risas, sin poder volver a poder subirte… Y la otra, con su madre y su hija en Benicàssim cuando alquilaron un patinete. A la hora de bajarse del patinete para darse un baño en la mar, recuerdan lo mal que lo pasó cuando tuvieron que subir a su madre al patinete de nuevo.

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