Estas son las consecuencias que sufren los transportistas españoles por las protestas en Francia: "Nos paran"

En 'Herrera en COPE' retrocedemos hasta 2018. Viajamos a Francia, hasta el nacimiento de los llamados chalecos amarillos, un movimiento ciudadano que protestaba por el alza en el precio de los combustible. Esto nos permitirá entender la dimensión de lo que está pasando desde hace dos semanas en nuestro país vecino.

Alberto Herrera, desde la frontera de España con Francia, recoge testimonios que arrojan cierta luz sobre todo lo que está ocurriendo en Francia. Y de las consecuencias que están sufriendo por todo lo ocurrido.

A medida que el comunicador se acerca a la frontera por la E-15, empiezan a aflorar las primeras caravanas de camiones. Totalmente parados. Los primeros a 24 kilómetros. Algunos conductores se ven sorprendidos por la situación y deciden coger la salida más próxima.

¿Qué está pasando en el campo? ¿Por qué los agricultores franceses están empleando tanta violencia? ¿Por qué atacan a los camioneros españoles y les tiran la mercancía que transportan a nuestro país vecino?

Carlos es un camionero que tiene 65 años y lleva toda su vida al volante. Acumula 8 millones de kilómetros. Habitualmente transporta fruta y verdura. Cuando hablamos con él en la frontera de España con Francia, en La Jonquera apunta consciente o inconscientemente uno de los elementos que está en el debate: los cambios en la política agrícola común y el pago de las ayudas a los agricultores.

En concreto, le ha contado a Alberto Herrera que "lo más fácil es culpar de tus errores a los demás. Es el país que más dinero de la UE. 9.000 millones de euros todos los años. Ellos quieren competir con las hortalizas española e italiana".

Manuel es de Córdoba. Lleva veinticinco años en el sector. Lleva 3 horas parado. Tres horas sin dar salida a la mercancía que lleva a Alemania. Ajos y cebollas valorados en 40 mil euros. Los mismo que perdió un amigo suyo hace unos días atacado por los franceses.

Siempre hace la misma ruta. 2.500 kilómetros que en condiciones normales recorre en 3 días. En la última década, ha pasado de cobrar más de 3.000 euros a 2.500.

Alberto Herrera ha llegado a La Jonquera y, allí, comprueba hablando con otro transportista que su situación no difiere mucho.

Es el caso de Carlos, que acaba de llegar de Suecia. Ha llevado 40 toneladas de naranjas. A la ida se encontró los problemas. Lo que normalmente hace en 4 horas, le costó 9. Cinco horas más. Ahora mismo, la A36 y la A39 son las únicas rutas para llegar al país vecino.

Nos cuenta que tenía que llegar a Lyon. "No llegas. Tienes que coger departamentales de montaña que cabe solo el camión".

Carlos tiene 65 años y cuatro hijos. Ninguno se dedica a esto. Lleva toda la vida al volante. Acumula 8 millones de kilómetros. Sí. Has oído bien. 8 millones de kilómetros.

Otro camionero almeriense nos indica que trabaja en una empresa con una flota de 100 camiones. El 80% del producto tiene como destino Alemania. El 20% restante Dinamarca, Suecia y Noruega. Aseguraba que todo lo que está ocurriendo le recordaba al movimiento que se produjo en 2018 para protestar por la subida del costumbre. Decía que es necesario el transporte para poder vivir y que "todos quieren la fruta".

Claudio, otro transportista afectado, nos ha relatado que los camioneros tienen un WhastApp y ahí se dicen "los lugares más críticos. Los más peligrosos. Hay varios puntos rojos. Te hacen cambiar. Obviamente debes evitarlos, caminos angostos, en la noche. Nos paran".

¿Por qué han decidido protestar justo ahora?

El primer motivo es el siguiente: la importación de grano ucraniano sin ningún tipo de arancel. Este grano es más barato y obliga a los agricultores franceses a bajar el precio de sus productos para poder competir.

En realidad, la Unión Europea ya permitió esto una vez comenzada la guerra de Ucrania y las protestas surgieron en Polonia, Rumanía y Eslovaquia con el mismo argumento que sostienen ahora los franceses.

Y la otra realidad está relacionada con la carne: el 60% de la carne que se sirve en Francia, el 60% procede ya de fuera del país.

Los agricultores franceses rechazan el modelo que quiere poner Europa y que ha sido bautizado como “De la granja a la mesa”.