La fe no promete un mundo sin sufrimiento, pero nos ayuda a encontrar en medio de la oscuridad una luz que nos guía

El monólogo de Irene Pozo en La Linterna de la Iglesia

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 Seguimos mirando, aún con cierto asombro, el terrible escenario que ha deja el paso de la DANA en nuestro país. Una DANA que no solo deja tras de si las tremendas inundaciones, sino también historias de vida. Personas que de la noche a la mañana se han visto golpeadas por la pérdida y la desolación. Hay más de 200 fallecidos y cerca de un centenar de desaparecidos... Las imágenes de destrucción, la pérdida, el dolor, o el desconcierto de las personas que han visto cómo su vida se desmoronaba en cuestión de horas, nos confrontan con una pregunta fundamental: ¿Dónde está Dios en medio de la tragedia?

Y es humano cuestionarlo. Ya lo decía Jesús en la Cruz: Dios mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?

¿No lo ves? Sergio Peralda es sacerdote en Valencia y contaba en COPE cómo a pesar de vivir esos momentos tan duros, la esperanza y la alegría se abrían paso en medio de la devastación. La simple presencia de un sacerdote entre el barro, como uno más, hacía que la gente le abrazara y se echara a llorar…

"Mantener la esperanza en medio de la tragedia no es fácil"

No es malo llorar la pérdida. La fe no promete un mundo sin sufrimiento, pero nos ayuda a encontrar en medio de la oscuridad una luz que nos guía. Cuando la presencia de Dios puede parecer lejana, es precisamente en el dolor donde se hace más cercana.

Y lo vemos en cada una de las personas que están acompañando ese dolor… la mano tendida de tantos profesionales y voluntarios. Y en el ejemplo que nos están dando los jóvenes en estos momentos donde lejos de sentirse impotentes, se han convertido en un testimonio de esperanza. En las redes sociales, en las calles, en los centros de recogida de alimentos y ayuda…, allí donde están demuestran que la fe no se queda en una simple expresión de palabras. Son un ejemplo vivo de que, incluso en medio de la desesperanza, brilla la luz.

Mantener la esperanza en medio de la tragedia no es fácil, pero es precisamente lo que nos da la fe. El consuelo, la oración y la acción solidaria nos recuerdan que en medio de todo, Dios no está ausente. Él está en cada gesto de amor y de ayuda, en cada oración, en cada paso hacia la reconstrucción… y en cada una de las personas que son faros de luz y esperanza para aquellos que más lo necesitan.

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