Diego Garrocho: "Estamos viendo que la derecha más envilecida es capaz de alinearse con los intereses del tirano de Moscú"

Viendo las nuevas amistades de Putin, de Donald Trump, ¿los extremos se tocan? Desafortunadamente sí. La creencia putinesca de Trump y sus seguidores, también aquellos que se encuentran entre nosotros, vuelve a confirmar la semejanza que se da a veces entre los extremos. Y es que no es solo que las antípodas ideológicas se toquen, es que comparten gran parte de sus peores defectos. 

Que en fuerzas políticas como Podemos hubiera personajes pro-Putin era algo sabido y decepcionante. Lo que estamos viendo ahora es que también la derecha más envilecida es capaz de alinearse con los intereses del tirano de Moscú. En el fondo no hay nada verdaderamente novedoso.

La cercanía de Vox con Víktor Orban, un aliado prorruso en el corazón de la UE, ya evidenció una falta de compromiso con los valores democráticos más elementales. Sorprende que los de Abascal se autodenominen nacionalistas y defiendan la soberanía de los estados, pero que al mismo tiempo se demuestren tan poco sensibles con un estado soberano como es Ucrania.

Que Vox abandonara el grupo parlamentario europeo de Meloni para integrarse con los de Orban fue sin duda una declaración de intenciones. Ese alineamiento con Rusia aparece desafortunadamente también en la izquierda. El discurso de Podemos, desde el inicio de la invasión, ha sido enormemente tibio en la condena de la agresión. Los de Belarra, o cabría decir los de Iglesias, han cuestionado constantemente la resistencia de los ucranianos y siempre han optado por una rendición injusta.

Pero ahí los tienen, tan gallardos unos como otros, Podemos y Vox, sospechando de la OTAN, acercándose a la órbita de Putin y cuestionando que España y Europa asuman su responsabilidad para hacer valer el derecho internacional.