Ángel Expósito: "¿Cuál es el daño, hacia una mujer embarazada, de mostrarle una ecografía de alta calidad?"

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Hoy es un día de esos, raro. Si nos tocara hacer la portada de un periódico las íbamos a pasar canutas. Una portada, así que imagínate un programa entero.

Pero es lo que hay. Y casi mejor. Así podemos huir de las olas informativas que nos intenta marcar el Gobierno y del peñazo de la campaña electoral perenne que nos invade para fijarnos en otras cosas: En la guerra, en determinados sucesos, la mafia italiana... Y el lío en torno a las medidas pro vida en Castilla y León y es que, seamos sinceros, el follón no es en torno a los latidos del feto, a los médicos o a las ecografías. Ni siquiera a las mujeres embarazadas. No.

El tema que los genios de la Moncloa han lanzado como cebo y el resto vamos detrás es el pacto PP - VOX. Y sus derivadas o futuribles. Todo es política y en campaña electoral ni te cuento. Y en manos del estratega de turno ... Pues eso.

Por cierto, como no me da la gana entrar a las provocaciones, sobreactuación y exageraciones del Gobierno, tan solo una pregunta: ¿Cuál es el daño, hacia una mujer embarazada, de mostrarle una ecografía de alta calidad? ¿No es, incluso, un derecho de esa mujer tener toda la información médica, personal y que esa información sea lo mejor posible? ¿Dónde está el problema? ¿En un pacto político?

En fin, puestos a diseñar la portada a la que me refería antes y a salirme del carril me quedo con un solo tema: La actual fase de la guerra. Y en concreto, desde un punto de vista muy preciso, los salvajes mercenarios del Grupo Wagner.

Mientras aquí nos sacamos los ojos en una campaña electoral interminable e insufrible, en el Este de nuestra Unión Europea un animal salvaje, Putin, envía a sus mercenarios a matar a sangre y fuego.

Ya sabemos que Vladimir Putin, es un psicópata que pasará a la Historia moderna como lo que es. Lo que ocurre es que ya ni siquiera oculta cómo recluta presos o a los más pobres para enviarlos al matadero. Putin ejerce como jefe de los mercenarios del Grupo Wagner. Unas bestias que torturan, violan o son capaces de matar y grabar cómo matan a un soldado a martillazos.

A la vez, y desde aquí, reconozcámoslo, le seguimos comprando petróleo y gas. Y los ultras de Europa y del mundo (desde Bolsonaro a Trump hasta Berlusconni o parte de nuestro Consejo de Ministros) le apoyan o le disculpan a escondidas.

No hay derecho. En este occidente nuestro asistimos impasibles a cómo un grupo de bestias arrasa lo que pilla a su paso. Mujeres, niños, enemigos o desertores. Y lo suben a la red. Y Putin les paga y les arenga ante nuestra desidia y desinterés.

El Grupo Wagner asesina en Ucrania como lo hace a diario en África y como masacraron en Siria. Lo mismo se despliegan para proteger a Maduro que provocan un golpe de Estado en el Sahel sin limite en sus salvajadas, sin respeto a derecho alguno y sin reglas.

Insisto: La guerra en Ucrania nos ha puesto frente al espejo nuestro europeísmo y de nuestras dependencias. Frente a nuestro cinismo y nuestra miopía. Y, mientras tanto, las bestias campando en la puerta de Europa pagadas, peor que en la Edad Media, por Putin.

Este debería ser el asunto que nos ocupara a diario buena parte de los informativos. Y a la opinión pública. La maldita guerra de Putin contra esta nuestra parte del mundo, solo que ahora está yendo contra Ucrania.

¡Ah! Y mi posdata. Leo en ABC:

El coraje de la madre que destapó una red de abusos a menores y se citó con los raptores de su hija.

La madre se citó con uno de los captores en la localidad valenciana de Gandía tras hacerse pasar por una adolescente y cooperó con la investigación de la Guardia Civil. Recuerda, dos menores tuteladas, drogadas y violadas por «de diez a quince personas» en Valencia.

Esta mujer, actuando «por su cuenta?» y riesgo, sirvió para dar con el paradero de dos menores tuteladas que habían sido captadas por un grupo criminal que las drogaba para violarlas en una casa ocupada. Una investigación de la Guardia Civil fue «muy complicada» y se sigue en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Gandía.

Pobres niñas. ¡Qué valor el de esa madre y que asco esos monstruos!

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