Expósito: "Dos meses ya desde las elecciones, y como si nada"

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La idea es de mi colega Alberto Escalante. Llevamos ya dos meses desde las elecciones generales, y como que nos hemos acostumbrado a que no pase nada. Ni hay Gobierno, ni tiene pinta de que lo vaya a tener en breve, ni hay presupuestos. Ni siquiera el presidente en funciones se ha sentado a negociar nada en concreto con nadie. Seguimos dos años seguidos con los presupuestos del Estado prorrogados, y aquí nos tienes. Como si tal cosa. Hace ya meses, Felipe González sentenció en un artículo en El País una frase para el mármol: “Hemos elegido un Parlamento a la italiana, pero nosotros no somos italianos”.

Lo que quiso decir tan gráficamente Felipe González, es que hemos elegido un Parlamento que es un sindiós. Un collage de antisistemas dentro del corazón del sistema. Un gobierno cogido por los pelos que surgió de una moción de censura vergonzante. Y una oposición desmembrada que parece que solo mira por lo suyo en el medio plazo. Y no te cuento si a ello le juntas el despendole autonómico, los ayuntamientos, el reparto de concejalías, las diputaciones y los cabildos. Y aún así, como comentaba con un taxista esta mañana, el país funciona. La economía no se ha despeñado --por el momento—y parece que no pasa nada.

¿Ya sabes qué? Que casi mejor que nos mantengamos en ese impass eterno, porque otra cosa siempre puede ser peor. En estos dos meses desde las elecciones generales hasta hoy han pasado muchas cosas. Ninguna concreta y que suponga un avance. Digamos que hemos asistido a distintos escenarios a cual más absurdo y hasta vergonzante.

De entrada, el PP apuntó que se deshacía como un azucarillo en un café calentito. Incluso se pidió ya la cabeza de Casado que llevaba en el cargo ocho meses. A la vez, Podemos comenzó a desangrarse, lógicamente, porque empezaron a  pasar los recibos de la hipoteca del casoplón de Galapagar.

En estas que Pedro Sánchez se creyó, más todavía, que era Mitterrand, Helmut Hohl, Angela Merkel, Tony Blair y Obama. Todos juntos en su sola persona. Y topó con un resultado electoral importante, gracias a una ley electoral del pleistoceno. Sánchez terminó --digo-- terminó de un plumazo con el escandalazo de su tesis ‘cum laude’; con el impresentable papelón de su ministra de Justicia, designó candidato a Borrell a las elecciones europeas para que renunciara a su euroescaño un mes después, y empezó un flirteo descarado e indisimulado con los mismos que le hicieron ganar la moción de censura.

Hablando del Rey de Roma, en estos dos meses se ha terminado el juicio por el ‘procès’ independentista catalán, Puigdemont sigue de vacaciones perpetuas, y hemos recuperado para la ignominia, la vergüenza y para el vómito a un tipo como Otegui. ¡Ah! También en medio de estos dos meses la Guardia Vivil pilló a Josu Ternera que, dicho sea de paso, no quedó libre. Otra vez, por los pelos.

¿Cuándo terminaremos este estado de letargo de estos dos meses?  Pues todo depende de los intereses personales de Pedro Sánchez. Si su persona considera que hay que repetir las elecciones y convocar para octubre o noviembre, porque así quedaría más reforzado, no te quepa ninguna duda que  Sánchez se hará el mártir y convocará elecciones. Que el presidente en funciones considera que es más factible gobernar con Podemos y hasta hacer ministro a Pablo Iglesias --ministro de la Marina si es preciso-- pues se le hace.  Y se gobierna hasta con Echenique de ministro de Hacienda si es necesario. Que hay que pactar con Bildu en Navarra, renegociar con Rufián en Cataluña, que hay que sacar a Otegui en prime time en TVE pues pacta, se negocia y se entrevista al mismísimo Otegui. Todo, absolutamente todo, por, para, por, según con, sobre y tras la persona del presidente del Gobierno.

Anécdotas que han aderezado estos dos meses los chillidos  en la calle Ferraz de esos afiliados al grito de “con Rivera no.” Las intromisiones absolutamente intolerables de Rodríguez Zapatero en Venezuela, en Cataluña o allí donde no le llamen; los apuntes de que la economía se desacelera --lo que supone un milagro verdaderamente-- la huida anunciada de Manuela Carmena y el chasco que se llevó Íñigo Errejón el de ‘Chávez vive, la lucha sigue’ y las tres comidas diarias, la retirada oficial del Rey Juan Carlos de la vida pública.

Y todo ello sin un Gobierno de verdad. Un gobierno en funciones, mirando a la luna de valencia, silbando melodías y, todo pinta, un Gobierno capaz de pactar lo inconfesable con una jungla impresentable de nacionalistas, independentistas, golpistas y traidores. Y si no, repetición de elecciones. Que ya estiraremos los presupuestos de Rajoy. En fin, dos meses ya desde las elecciones generales. Ya nos huele le culo a playa, y aquí seguimos. Como si nada. 

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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