Expósito: “No entiendo la actitud del Gobierno de España ante el drama en Venezuela”

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Lo vivido este fin de semana en las fronteras de Venezuela con Brasil y Colombia me ha producido un profundo sentimiento de pena. Te doy mi palabra. El sábado por la noche, volviendo a ver el concierto Venezuela Aid Live en Cúcuta sólo me daban ganas de llorar. Hace exactamente dos semanas estábamos allí mismo. Y ¡ojalá! podamos volver en breve para cruzar ese puente de tienditas sin soldaduras, sin gases lacrimógenos. En paz.

La ayuda humanitaria terminará cruzando. Esas cajas se han convertido en mucho más que un símbolo. Digamos que es sólo cuestión de tiempo que el régimen chavista busque refugio en algún infierno. Pero si somos sinceros. Será cuestión de mucho tiempo y de muchos más muertos.

Más venezolanos muertos de hambre o de disparos. Porque el régimen chavista continúa matando de miseria a su propia gente. Frente a casi todo el mundo occidental. Frente a prácticamente toda América. Y eso sí, ante las medias tintas de la Unión Europea y lo más inexplicable ante la desidia de España.

En este sentido y lo siento profundamente pero si no lo digo reviento. Y me contengo ¡qué vergüenza! el papelón de este gobierno que sigue pagando una hipoteca absurda a los mismos que se llevaron la pasta para extender el régimen bolivariano.

Qué ausencia más inexplicable la de nuestra España, o lo que queda de ella, por no acompañar en Cúcuta al secretario general Luis Almagro, y a los presidentes de Colombia, Iván Duque, de Chile, Sebastián Piñera y de Paraguay, Mario Abdo Benítez. Ahora mismo se reúne el llamado grupo de Lima con más incertidumbres que certeza, pero yo me pregunto.

¿Cómo es posible que España no lidere con toda la diplomacia que quieras la liberación de Venezuela?, ¿por ideología? No quiero creerlo. ¿No será por unos socios que, todo indica, lo van a seguir siendo si consiguen sumar? ¿No se da cuenta este gobierno que en el lado correcto de la historia están Colombia, Chile, Argentina, Brasil, Canadá, Estados Unidos.ÇNo soporto que podamos asistir como si nada ante este desastre. Ante lo fácil que resulta reprimir y machacar a mujeres hambrientas, a hombres famélicos, a niñas que se prostituyen por dos dólares.

Porque si algo representa la debacle en Venezuela es la explosión de la prostitución y la trata de mujeres.  Miles de chicas, casi niñas, que son sometidas desde Cúcuta al resto de América y que cada día llegan por decenas embarazadas e infectadas de todo a los servicios de salud de una Colombia que no da abasto.

A la vez qué difícil va a resultar reconstruir un estado fallido desde su propia basura, porque habrá que recuperar a un ejército paupérrimo y corrompido, y a unas fuerzas de seguridad que han asesinado a sus anchas.

Venezuela tendrá que recomponerse como un estado de derecho, habrá que rehabilitar escuelas y rellenar las farmacias de los hospitales y costará generaciones recuperar a millones de venezolanos malnutridos. ¿Y sabes qué? que cuanto más dure el régimen chavista y los fantasmas esos bolivarianos más tiempo se tardará. 

Quiero pensar que la ayuda humanitaria terminará cruzando y se plasmará el símbolo que representa. Pero a los venezolanos les va a costar mucho, demasiado, borrar del mapa a Diosdado Cabello y a su marioneta Maduro. ¡Qué insoportable fue verle bailar merengue cargado de mentiras y cinismo mientras las venezolanas lloraban ante los escudos de la policía bolivariana, ¡qué pena!

Insisto, debe ser sólo cuestión de tiempo y, por desgracia,  de más muertos. Hasta entonces, como españoles, más nos valdría empujar en la buena dirección y no seguir apoyando con el silencio a esa banda a la que juzgará la historia, a esos enfermos de ideología y poder disfrazados de revolucionarios de su propio "narcoestado". ¡Qué bochorno! el mundo que nos interesa aislando a esta banda y nuestro gobierno pensando en cómo negociar y pactar con Errejón, Echenique, monedero y con Pablo Iglesias.

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