Diego Garrocho: "No son las leyes las que deben someterse a los gobernantes, sino los políticos los que deben estar sometidos"
El profesor de Filosofía reflexiona sobre las implicaciones de que Joe Biden haya indultado a su hijo Hunter
Madrid - Publicado el
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¿La ley debe someter a los políticos o si la política debe someter a la ley? Pues partamos de un ejemplo concreto, porque Joe Biden ha hecho exactamente lo que prometió que nunca haría. El todavía presidente de los Estados Unidos ha decidido indultar a su hijo Hunter sobre el que pesaban severas acusaciones por mentir en una declaración de antecedentes penales y por comprar armas de fuego. Biden estaría haciendo uso de una de las prerrogativas más especiales de la presidencia y se ha servido de ese poder singular para hacer algo tan grave como beneficiar discrecionalmente a su propio hijo.
Si la generalidad y la abstracción de las leyes es uno de los fundamentos de la justicia, se me ocurren pocas maneras más groseras de atentar contra el derecho que excepcionar su cumplimiento en beneficio propio. No descarten, eso sí, que tengamos al niño dando conferencias sobre meritocracia en unos meses. Pero Ángel, la traición de Biden no es una renuncia postrera. No es cierto que el demócrata esté rubricando su mandato con un último gesto mediocre e inesperado. El presidente lleva meses deslegitimando informaciones veraces sobre la supuesta trayectoria delictiva de su hijo y durante mucho tiempo ha calificado toda la información crítica de bulo, fake news o de difamación. ¿Les suena?
Pero no ha sido suficiente con amordazar a grandes cabeceras que accedieron a opacar información sobre el hijo del presidente. Cuando la justicia acechaba ya a Biden Jr., su padre ha creído conveniente recurrir a la coartada de la que se sirven todos los populistas y todos los tiranos, a saber, acusar al sistema judicial de emprender una persecución política.
Sospecho que habrá gente preguntándose qué es más grave, si indultar a tu hijo movido por un rapto de amor ciego paternal o indultar a socios políticos a cambio de siete votos para garantizarte una investidura. Pero es que el problema sigue siendo el mismo de fondo. ¿Qué garantías puede ofrecer una justicia que en su último tracto puede quedar sometida a la voluntad discrecional del poder político? No son las leyes las que deben someterse a los gobernantes, sino que son los políticos los que deben estar sometidos, al igual que el más humilde de los ciudadanos, al imperio de la ley.