Este negocio es una ruina
Durante el estado de alarma, los negocios esenciales se mantienen abiertos y para algunos esto está suponiendo importantes pérdidas económicas.
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Hace 36 días que se declaró el estado de alarma, más de un mes en el que los únicos negocios que han abierto sus puertas han sido aquellos encargados de vender productos esenciales como comida, gasolina, medicamentos o periódicos. En un principio, todos pensaríamos que esas tiendas estás haciendo “su particular agosto” pero, para una gran parte de ellas, mantenerse abiertas está resultando ser una auténtica ruina.
Es el caso de las estaciones de servicio. Con una ciudadanía confinada en sus casas, pocas son las personas que cogen el coche y escasos los consumidores que necesitan repostar en las gasolineras. Para ayudarles en esa perdida de ingresos, el Gobierno ha permitido que una parte de ellos puedan flexibilizar sus horarios, siempre que cumplan una serie de condiciones.
Además, aunque ha subido el consumo de comida no todos los sectores de la alimentación se han visto beneficiados por este incremento. De hecho, en muchos casos vemos que la situación comienza a ser realmente preocupante, como ocurre en la ganadería. Y es que parece que, durante este tiempo en nuestras casas seguimos comiendo carne, pero preferiblemente de pollo, dejando en el olvido otras como la ternera o la de origen ovino.
Las ventas bajan pero los costes se mantiene. Por eso los ganaderos recuerdan que al margen del comportamiento de los mercados, ellos tienen que dar de comer o pastorear a sus animales, pagar los sueldos de sus trabajadores y que todo ello supone un elevado gasto al que deben enfrentarse sin ingresos.
Una situación que, sin duda, está complicando especialmente la situación del sector del campo, que ya en febrero protestaba por las condiciones precarias de su sector y al que el coronavirus está dañando especialmente.