Fernando de Haro: "No tiene sentido que la opción sea depender de Puigdemont o repetir las elecciones"

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Sí, ha habido sorpresa. Te lo estamos contando desde ayer. A las 10 y media de la noche estaba ya bastante claro que había sorpresa. Casi todas las encuestas pronosticaban un cambio de ciclo. El vuelco de las elecciones autonómicas y municipales iba en esa misma dirección hace solo dos meses, pero el PP, que ha mejorado sustancialmente el porcentaje de voto (hasta el 33 por ciento), no tiene capacidad para formar una mayoría. Al menos hasta el momento. Vox prácticamente se ha derrumbado.

Y Sánchez perdiendo ha ganado. Lo ha vuelto a hacer. Ha ganado casi un millón de votos y dos diputados respecto a los comicios de 2019, o sea, ha avanzado de forma considerable.

Cuando parecía sentenciado Sánchez ha conseguido movilizar el voto de la izquierda alertando del miedo hacia Vox. Muchos votantes de izquierda prefieren las concesiones al independentismo catalán y vasco, los indultos a los secesionistas, los acuerdos con el partido heredero de la banda terrorista ETA, que un Gobierno del PP con Vox. Es lo que han dicho las urnas. Sánchez ha peleado hasta el final y Feijóo dio por descontando que los acuerdos con Vox estaban normalizados. En realidad, Feijóo no ha sabido dar carta de naturaleza a esos acuerdos y sus mensajes han sido contradictorios: tan pronto decía que había que huir de ellos como los defendía. Feijóo dio por conseguida antes de tiempo una victoria suficiente que no ha llegado. Ha supuesto que era casi unánime, también entre los votantes de izquierda, la condena a ciertas políticas de “pacificación” en Cataluña y el País Vasco. Pero como se ve en los resultados de estas elecciones generales, esas políticas de "pacificación" gozan de más apoyo del que se pensaba. Ahí están los estupendos resultados de los socialistas en Cataluña. El PP debe tomar nota de esto. Para muchos españoles los indultos a los responsables del intento de secesión o la normalización de las relaciones con Bildu, el partido heredero de ETA, no son un pecado mortal. Prefieren eso a que gobierne el PP con Vox.

El resultado electoral de este domingo conduce de nuevo al bloqueo a la repetición electoral o a una investidura de Sánchez con el apoyo de Puigdemont. Una situación paradójica porque el independentismo ha perdido más de 700.000 votos. El problema con el que nos encontramos en estas horas es viejo porque es un problema que ya apareció en 2015 y que volvió en 2019.

Los dos bloques, izquierda y derecha, son bloques herméticos y no hay manera de que consigan llegar a acuerdos razonables dentro del marco constitucional, y eso que el 65% de los españoles ha optado por el PP y por el PSOE, que son dos partidos que coinciden en muchas cosas.

La política española, con sus bloques, está distanciada de la vida social. En el mundo de la vida hay una flexibilidad que no tienen las élites políticas. Los resultados de ayer certifican que el gran problema político que tenemos en España, por encima de cualquier otro, es la superación de la dialéctica de contrarios, es decir, de bloques inflexibles. Con un 65% de electores netamente constitucionales no tiene sentido que la opción sea depender de Puigdemont o repetir las elecciones.

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