Hay quemaduras que se alivian poniendo la mano o la parte dañada debajo del grifo. El agua fría impide que se forme una ampolla y duele menos. Y hay quemaduras profundas que requieren un tratamiento más profundo. A juzgar por como sigue reaccionando el Gobierno, la quemadura del Constitucional declarando contraria a la Carta Magna el primer estado de alarma es una quemadura muy profunda. Es una herida profunda, quizás sea una herida narcisista, son las peores heridas. Sánchez sigue haciendo hablar a sus ministras jueces, ministras jueces como la nueva ministra de justicia Pilar Palop que ayer quiso ser magistrada del Tribunal Constitucional. Horas después de que el Tribunal Constitucional dijera que el estado de alarma no era conforme a la Carta Magna la ministra dijo lo contrario.
Señora ministra a usted le puede parecer que lo que hizo el Gobierno es constitucional, pero el Tribunal Constitucional ha dicho lo contrario. Mal asunto que los ministros, el Gobierno quiera sustituir a los jueces. Pero el Gobierno sigue insistiendo y otra ministra juez, la ministra Margarita Robles, que es una mujer muy ponderada, en una entrevista ha calificado la decisión del Constitucional como elucubración doctrinal. "Los debates y elucubraciones doctrinales están muy bien, pero quizá no deberían plasmarse en las sentencias" ha dicho Margarita Robles. Las dos ministras han dicho esto sin haberse leído la sentencia porque todavía no se ha hecho pública. No vamos a enseñarles derecho a las dos ministras, que son jueces. No les vamos a explicar que no son magistrados del Constitucional, que no son ellas las que deciden. No vamos a enseñarles derecho a las dos ministras jueces. Pero si podemos recordarle a las dos ministras jueces los que decía su compañera de gabinete, Isabel Rodríguez al estrenarse como ministra portavoz.
En una democracia plena, el Gobierno respeta la división de poderes, en una democracia plena y madura el Ejecutivo no descalifica las sentencias del Constitucional. No se intenta reescribir una sentencia por mucho que la sentencia le haya dolido al Gobierno, a su presidente. Quizás tanta munición contra el Constitucional no sea sino el fruto de una herida narcisita, la herida de quien ha sido puesto en cuestión. La sentencia no, pero el debate suscitado ha recalcado que el Gobierno eludió deliberadamente su obligación de haber promovido una legislación a propósito de una situación de pandemia de las dimensiones que hemos padecido y seguimos aún padeciendo y que la legislación vigente no estaba ni está en condiciones de cubrir.
Porque nada hubiera impedido que aun habiendo decretado el estado de alarma el Ejecutivo hubiera elaborado un proyecto de ley para el control de pandemias que se podría haber discutido y aprobado por el Congreso quizá por la vía de urgencia.