Pilar García Muñiz, sobre la escalada entre israel e irán: "Son las piezas del puzzle de Oriente Próximo, llevan siglos sin cuadrar"
La directora de 'La Tarde' analiza lo ocurrido entre ambos países tras el ataque de Irán, y explica por qué países como Arabia Saudí o Emiratos Árabes permanecen en silencio
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El actual conflicto en Oriente Próximo es un capítulo más en una historia que se lleva escribiéndose siglos, alguno diría que incluso milenios.
Llevamos horas hablando sobre el ataque de Irán y la respuesta que puede dar Israel y lo que tenemos son muchas hipótesis y ninguna certeza. Estamos tan perdidos como lo está la paloma de la paz en esa parte del mundo.
Con el poderío que Israel tiene ahora mismo, militar y tecnológico, tiene un amplio abanico de posibilidades. Puede limitarse a seguir su incursión en el sur del Líbano para eliminar las bases de Hezbolá, más aún cuando acaba de declarar persona “Non Grata” al Secretario General de la ONU, Antonio Guterres.
Esto es como decirle al árbitro de un partido que se salga del terreno de juego porque no tienes intención de hacerle caso.
Pero Israel puede ir más allá de las operaciones en el Líbano y atacar suelo iraní con varios objetivos: militares, políticos o económicos.
El pilar de la economía iraní se llama petróleo. De esto es consciente Irán, que ha estado creando grandes puertos y refinerías fuera del estrecho de Ormuz para evitar, precisamente, el control de los buques americanos. Ese pequeño punto del planeta es una válvula a presión donde se mezcla la geopolítica y el tráfico mundial de petróleo.
De hecho, el precio del barril ha subido 5 dólares en tan solo 24 horas y ahora ronda los 75. Ya sabes lo que pasa. Esto es el síntoma de que, a no mucho tardar, te puede costar más repostar en la gasolinera.
Irán es uno de los 10 mayores productores de petróleo del mundo y exporta la mitad de su producción. Israel tiene como opción alterar la economía iraní atacando esos puertos, pero también alteraría la economía mundial.
Sin movernos de esa zona del mapa, es curioso como en la otra orilla del golfo Pérsico, países como Arabia Saudí o Emiratos, guardan un calculado silencio ante la escalada de tensión entre Israel e Irán.
Puede tener bastante que ver con el comercio de petróleo, porque si el conflicto va a más, su papel como productores de crudo se vería reforzado. Pero no solo es esto.
Es probable que Arabia Saudí, Emiratos o Kuwait tengan muchas diferencias con Israel, pero tienen aún más con Irán. La raíz está en la división del Islam entre suníes y los chiíes, cuyo epicentro está en Irán. Esta diferencia ha provocado varias guerras a lo largo de los siglos y sigue siendo un motivo de odio. Y no olvidemos que en estos países la religión condiciona la política absolutamente.
Desde este punto de vista, y aunque resulte paradójico, Israel está beneficiando indirectamente a los intereses e influencia de Arabia Saudí en la zona, y quizás por eso guarden silencio.
Lo sé, es un galimatías. Pero son las piezas del puzzle de Oriente Próximo. Lleva siglos sin cuadrar, nadie ha dado con la solución y de vez en cuando las fichas se tiran al suelo a base de bombas, y vuelta a empezar.