CSI República Centroafricana

Así resuelven un crimen los policías españoles destinados en uno de los países más peligrosos del mundo

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Javier Martínez

Publicado el - Actualizado

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Tania habla emocionada sobre su marido, Francisco: "Es duro, sobre todo el peligro. Los días son largos, pero los meses son cortos. Se siente mucho orgullo”. Mientras ella le echa de menos y presume de él en España, Francisco se enfrenta cada semana a situaciones como la que vivió hace apenas unos días.

Seis cuerpos con un agujero de bala en la cabeza en una cuneta. Seis cooperantes de una ONG dedicada a labores educativas. El coche en el que viajaban, calcinado a escasos metros. Y un misterio por resolver. Quién es el autor de uno de los cientos de crímenes que se cometen cada año en la República Centroafricana. Ese es el trabajo de Francisco Baeza y Ricardo Villoldo, dos de los policías científicos españoles destinados en el país.

República Centroafricana lleva en una situación de extrema violencia desde el año 2012, cuando las milicias musulmanas de Séléka se hicieron con el poder en el norte y cercaron la capital del país, Bangui. Como reacción, surgieron los grupos armados Anti-Balaka, de mayoría cristiana y animista. Entre 2012 y 2014, ambos grupos cometieron auténticas masacres contra la población civil, arrasando pueblos enteros. En 2014, la guerra acabó de manera oficial y las milicias se disolvieron, pero ambas controlan de facto grandes partes del territorio.

ESCUCHA LA ENTREVISTA COMPLETA | Francisco Baeza y Ricardo Villoldo en 'La Tarde'

En ese contexto, Francisco y Ricardo se dedican a investigar crímenes y a formar a la policía del país. Un trabajo muy complicado, en un lugar en el que las comunicaciones son muy limitadas: “Allí hay veces que se llega al lugar de los hechos dos semanas después de lo sucedido. En el escenario del delito los cuerpos ya no estaban. Intentamos buscar alguna prueba: un casquillo, alguna muestra de sangre, los testigos…”

“Si no pensáramos que tiene arreglo no estaríamos allí"

Los medios materiales con los que se trabaja son también muy escasos. “Allí no tenemos apenas medios, la cámara de fotos, de vídeo…ahora hemos recibido un material más importante, después de muchos meses de peticiones”.

Ambos se ofrecieron voluntariamente para desarrollar esta labor, tan trascendental para conseguir que algún día los crímenes no queden impunes en el país. “Si no pensáramos que tiene arreglo no estaríamos allí. Buscaban un perfil, en nuestro caso, policía científica. Es voluntario, si quieres, te lo proponen y aceptas. Solo somos 4 policías españoles allí”.

“No te relacionas mucho con la población local, casi todo el día estás trabajando, y luego hay toque de queda desde las 10 hasta las 5 de la mañana”

Conviven en una vivienda en Bangui, la capital, la zona que mejor controla el gobierno del país: “Hemos alquilado una casa medio decente. Es muy nueva, estaba sin terminar y está fuera de cualquier dependencia de Naciones Unidas. Tenemos un par de vigilantes día y noche”.

Aunque están fuera de la zona de Naciones Unidas, su relación con los ciudadanos del país es escasa. “No te relacionas mucho con la población local, casi todo el día estás trabajando, y luego hay toque de queda desde las 10 hasta las 5 de la mañana”.

En el trabajo, conviven con compañeros de muchas nacionalidades distintas: “Trabajamos en uno de los acuartelamientos de la misión de Naciones Unidas. Ahí trabajamos con policías de todo el mundo. Tenemos un compañero francés y otro de Níger”.

Sus familias son las que más lo sufren y a la vez, más presumen de los héroes que tienen en casa (cuando están en casa). Sheila es la mujer de Ricardo: “No te acostumbras nunca. Intentas quedarte con la parte buena. El orgullo nos sale por los poros de la piel”.

El orgullo de saber que, con su trabajo, Francisco y Ricardo están mejorando la vida de miles de personas en República Centroafricana.

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