El 32% de lo que lanzamos al espacio sigue ahí arriba: ¿Cómo podemos limpiar la basura espacial?
Hablamos en 'Lo que viene' con Lorenzo Tarabini, director del proyecto E.T.PACK-Fly, una tecnología que servirá para luchar contra la acumulación de basura espacial
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La inmensidad del espacio esconde uno de los grandes problemas, no solo del ecologismo del futuro, sino también quizás de la carrera espacial. Hablamos de la basura espacial que ya no solo ensucia el ambiente, sino que puede llegar a ser bastante peligrosa.
La basura espacial engloba cualquier pieza o resto que ha dejado el ser humano en el espacio y que tiene origen en la Tierra. Estos deshechos espaciales pueden ser tan grandes como, por ejemplo, un satélite inactivo, o algo tan pequeño como restos del tamaño de una gota de agua.
El problema es ya tan alarmante que una vez al mes la Estación Espacial Internacional tiene que cambiar su órbita para evitar colisiones con la basura espacial. En la actualidad, según la Agencia Espacial Europea, la cantidad estimada de basura que orbita en la Tierra supera los 130 millones de objetos de entre un milímetro y un centímetro de tamaño.
“Es un problema del que estamos empezando a tomar conciencia, debido a que estamos viendo cómo está afectando en el día a día de las operaciones espaciales", dice Lorenzo Tarabini, ingeniero aeroespacial y director del proyecto E.T.PACK-Fly de SENER Aeroespacial. En colaboración con la Universidad Carlos III de Madrid, se trata de un proyecto que está desarrollando una tecnología que servirá para luchar contra esa basura espacial. "Estamos tomando medidas cada vez más estrictas para dejar menos basura en el espacio”, apunta el director del proyecto.
Desde 1978 existe una regulación sobre la eliminación de los satélites que ya no están en funcionamiento. La norma dice que los satélites se tienen que desorbitar dentro de los 25 años desde que se lanzan. No obstante, se ha comprobado que esto no es suficiente y el año pasado se aprobó una nueva regulación que obliga a quitarlos de órbita en los 5 años siguientes desde que termina su vida útil. “Esto puede hacerse bien bajando la altitud de la órbita donde puedan desorbitarse, debido al efecto del aire que queda alrededor de la Tierra, o bien llevándolo a un cementerio donde no moleste”, explica Tarabini.
El proceso sería similar a cuando un meteorito entra en contacto con la atmósfera, que normalmente suele desintegrarse. Con los satélites pequeños ocurre lo mismo, según indica el ingeniero. “Con los más grandes la cosa es más complicada porque necesitamos hacer una maniobra activa, y normalmente se desorbitan en el Pacífico Sur, que es la zona más despoblada de toda la Tierra”.
Esta es precisamente una de las soluciones que proponen desde SENER Aeroespacial, en colaboración con la Universidad Carlos III de Madrid, dentro del proyecto E.T.PACK. Se trata de un sistema que permitiría a los satélites descender sin utilizar combustible para que bajen hasta la atmósfera, donde se desintegrarán sin suponer peligro para la Tierra.
El principal inconveniente es que “si el satélite falla en órbita, y esto pasa mucho, se queda como un zombi”, y al impactar con otros satélites se fragmenta y genera una “nube de metralla”, como señala Tarabini. Estos objetos viajan a una velocidad de 10 kilómetros por segundo, por lo tanto, “cualquier objeto que impacte contra un satélite o contra la Estación Espacial Internacional tiene un poder destructivo abrumador”.
La solución que proponen con el proyecto E.T.PACK es “dotar a cada uno de los satélites que se lancen en el futuro con un pequeño dispositivo que sea como un ancla, que permita desorbitar el satélite en el momento que acabe su vida útil”. En el caso de los satélites más antiguos, los que ya están ahí arriba, la situación es más complicada, comenta el director del proyecto. "Hace falta lanzar una misión que pueda acercarse al satélite y atraparlo para poder desorbitarlo". Su sistema también funcionaría en este caso, a falta de la parte en la que fuera capaz de atrapar el satélite, que es la que llevaría más desarrollo, como indica Tarabini.
Desde el comienzo de la era espacial, se han lanzado un total de 6.250 satélites, de los que unos 2.000 siguen ahí arriba, el 32% aproximadamente. Queda mucho espacio aún por limpiar.