El hito más septentrional del Camino de Santiago

Ayer, 29 de julio, fiesta de San Olav, el Rey mártir de Noruega, fue bendecida frente a la catedral católica de Trondheim, donde quedará emplazada, una piedra ofrecida por la comunidad de Galicia para señalar el hito más septentrional del mundo en el camino de Santiago. La distancia física entre Trondheim y Compostela es de 3.502 kilómetros, pero como ha señalado en una bella Tercera de ABC el obispo Erik Varden, el arco entre ambas catedrales “nos recuerda que la realidad que llamamos Europa no es solo el resultado de una estrategia, de una política financiera o del libre movimiento de mercancías; nuestro continente está surcado por las huellas de peregrinos ricos y pobres, antiguos y modernos, que siempre han sabido que el norte y el sur, el este y el oeste de Europa, están unidos por un centro común que puede emerger en cualquier lugar, planteando la reconciliación, la justicia y la amistad entre los pueblos como objetivos alcanzables. De hecho, el rey Olav fue peregrino en Santiago, de igual modo que peregrinos españoles llegaron hasta los fiordos noruegos para venerar los restos de San Olav.

Recuerda el obispo Varden que “las tumbas de los apóstoles fueron desde el inicio lugares de reunión de los cristianos, como vínculo tangible con hombres que habían sido amigos de Dios, que habían tocado la eternidad encarnada”. Y añade: “visitar una de estas tumbas era una forma de tocar la base común de una nueva humanidad que buscaba vivir según principios de justicia, misericordia y fraternidad”. Y aunque es verdad que esa aspiración ha sido a menudo defraudada, no se puede negar que “la visión cristiana del mundo y del hombre ha producido ejemplos perdurables de caridad social que han transformado las políticas haciéndolas amablemente humanas”. Por eso, observa Varden, ese legado merece ser tenido en cuenta “en un momento en que la estabilidad de Europa está amenazada y en que cada vez nos cuesta más articular qué es Europa”.