Un tejido de bien que no se descose

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Un tejido de bien que no se descose

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Estos días hemos contado en COPE que el primer ministro de Haití había renunciado a su cargo. Se ha creado un Consejo de Transición mientras el país se desangra a causa de la violencia y el caos. Hablamos demasiado poco de este pobre país siempre zarandeado por los vientos de dentro y de fuera, como si estuviera condenado a una infelicidad perpetua, a una violencia obscena. Se han intentado muchas cosas, es verdad. La última, una intervención de Naciones Unidas liderada por Kenia para restaurar el orden y ofrecer una mínima posibilidad de atender a las necesidades más elementales de la población. Un fracaso más. Las bandas criminales ocupan ahora mismo las calles y son ellas las que llenan el vacío de las instituciones. Se dice que el nuevo gobierno tendrá en primer lugar que negociar con ellas. Habría que dedicar mucho más tiempo, energías y recursos de la Comunidad Internacional para responder, pero hoy me fijo en otro aspecto que es un hecho vivo y presente.

Me impresiona que en medio de este caos haya gente que construye, y ya lo creo que la hay: los misioneros, los cooperantes de algunas ONG que han decidido permanecer, los voluntarios de Cáritas, las religiosas, los sanitarios, los maestros… Algunos son haitianos, otros han llegado de muchos lugares del mundo, un buen puñado desde España. Y lo impresionante es que no se han marchado, aunque hay un precio de sangre muy alto que ya han pagado sus predecesores. Hace falta un amor muy grande por aquel pueblo, por cada uno de sus hijos, para arriesgar así la vida. Y me parece que esas presencias nos rescatan a todos, que vivimos ignorantes de aquel horror cotidiano.

Ellos muestran cada día que Dios no se olvida de sus pobres en Haití, que, a pesar de todos los desastres de sus dirigentes, de todas las torpezas de las potencias internacionales, de la bestialidad de los criminales, existe un tejido de bien que no se rompe ni se descose. Dios es el gran tejedor de esa trama, pero necesita de los hilos vivos de esos hermanos a los que hoy quiero agradecer su vida. Y ayudarles en todo lo posible.

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