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"Tengo la sensación de estar viviendo dentro de una película de la Guerra Fría. Solo que no es una película"
Escucha el monólogo de Jorge Bustos del martes 18 de febrero
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No sé si tienes la misma sensación que yo de estar viviendo dentro de una película de la Guerra Fría. Solo que no es una película. Tenemos a las mismas dos potencias de aquel mundo bipolar, Estados Unidos y Rusia, reuniéndose en Arabia Saudí para negociar el final de un conflicto que implica a terceros, aunque esos terceros no tienen voz ni voto en las condiciones de paz que se les impongan. El jefe de la diplomacia rusa, el temible Serguei Lavrov -un tipo que lleva 20 años desayunando demócratas- se reúne con un debutante en estas lides como el secretario de Estado estadounidense Marco Rubio. Suponemos que Rubio tratará de presionar al oso ruso: al menos en la primera reunión se resistirá a darle a Rusia todo lo que quiere. El problema es que es el propio Trump quien quiere imponer una paz relámpago aunque sea profundamente injusta para los ucranianos, ventajosa para Moscú y peligrosa para los europeos.
En la llamada telefónica de la semana pasada, el nuevo sheriff (como lo llama Jay D. Vance) ya se mostró dispuesto a que el invasor se quede la quinta parte del territorio ucraniano, a que Ucrania nunca entre en la OTAN y a que además sea generosa compartiendo sus minerales raros sin que Estados Unidos se comprometa siquiera a cambio a defender su frontera del próximo ataque de nostalgia imperial de Vladimir. O sea el dictador gana. Que corra el vodka.
Vamos a ver qué sale de la cumbre de Riad, pero las perspectivas no son muy halagüeñas. Y por eso Macron convocó ayer la reunión de urgencia en París, que ha dejado un titular muy claro: no hay titulares claros. No hay posición común salvo esperar a ver qué deciden Trump y Putin. Sí: muchos cantos al europeísmo como los de Pedro -el líder más agarrao de la Unión en materia de Defensa-, pero persisten las discrepancias y falta concreción. Ni hablar de enviar tropas inglesas o francesas, aunque se hayan ofrecido; mejor hacer lo de siempre: volver a estirar la manga con las reglas fiscales. Volver a darle a la manivela del gasto público, como en pandemia, para mancomunar deuda y enviar la pasta a Zelenski para que sea él quien siga poniendo a los combatientes, o sea, a los muertos. Tampoco hay calendario para aumentar el gasto militar. Mientras Trump y Putin aceleran el rediseño del mundo, Europa responde a la europea: “Lo urgente es esperar”. El que no tiene tiempo que perder es Zelenski, que se ha ido a Ankara a reunirse con Erdogan: recordemos que Turquía tiene uno de los ejércitos más poderosos de la OTAN.
El dictador gana. Que corra el vodka"
Copresentador de 'Mediodía COPE'
Hay líderes populistas que se radicalizan aún más en el poder, como le está pasando al amigo Donald. Y hay otros que jugaron la carta del radicalismo cuando eran aspirantes pero a los que el poder los vuelve más responsables. Le ha pasado a Meloni y le está pasando a Milei, que en su primer año como presidente de Argentina puede presentar una interesante hoja de servicios en materia económica, conteniendo la inflación y atrayendo inversores. Pero su personaje del pasado le persigue: el timo de la criptomoneda que Milei promocionó supone el primer revés serio de su ejecutoria. Muchos seguidores suyos, que creyeron en el discurso de la motosierra y la desregulación y el anarcocapitalismo sin reglas, ahora se han arruinado. Y la cosa puede acabar incluso en los tribunales. Ocurra o no, el episodio de la criptomoneda debería servir a Milei para sacar una valiosa enseñanza que Estados Unidos parece haber olvidado: las normas existen por una buena razón. El adanismo siempre, siempre, acaba con la expulsión del paraíso".