Sufre un derrame cerebral, se queda sin poder hablar y a los 74 años se emociona por el sitio al que va todos los días: "Me salvaron la vida"

Fernando de Haro visita un colegio de Educación Primaria pensado para personas adultas y ancianas, donde hay testimonios verdaderamente inspiradores

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Fernando de Haro visita un colegio para personas mayores en Madrid

Luis Calabor

Madrid - Publicado el

3 min lectura

Pepita Sánchez tiene casi 75 años y cada mañana, sin excepción, acude al mismo lugar. Es una clase peculiar, diferente a las aulas habituales. Sus compañeros, como ella, superan los 65 años y aprenden contenidos pensados para niños de primaria. Sin embargo, para Pepita, asistir cada día supone mucho más que una rutina: "Estos señores me enseñaron a hablar, a leer y a escribir de nuevo", explica emocionada a Fernando de Haro, director de La Mañana del Fin de Semana, que ha visitado este centro situado en Madrid

Hace unos años, Pepita sufrió un derrame cerebral que borró gran parte de lo aprendido durante toda su vida. "Me quedé sin poder hablar y olvidé cómo leer", cuenta con la voz entrecortada. Aunque Pepita tenía formación previa —incluso había completado el bachillerato— el daño del derrame fue profundo. La ayuda llegó en este centro educativo para adultos, donde recuperó no solo la capacidad de comunicarse, sino también la ilusión por vivir. "Tengo que agradecerles muchísimo. Aquí me han devuelto la alegría, me han salvado la vida", dice entre lágrimas.

Anciano

Muchos de los estudiantes de este centro son ancianos

UN 'COLEGIO' QUE DA NUEVAS OPORTUNIDADES

Pepita no está sola en esta particular clase de primaria para adultos. Junto a ella, otros diez alumnos asisten diariamente al aula, como José Luis Ramón, de 73 años, jubilado desde hace casi una década. José Luis cuenta con simpatía que fue su familia quien le animó a apuntarse: "Mis hijas estaban detrás de mí, querían que estuviese activo y aquí me encuentro estupendamente".

Para José Luis, como para sus compañeros, las clases no son solo un ejercicio académico. "Aquí aprendemos mucho, tenemos un buen profesor, y sobre todo, disfrutamos mucho de estar juntos. Yo vengo cada día contento, nunca con pereza", afirma.

Ellos han construido el país con su esfuerzo, y esto es nuestra forma de devolverles algo"

Víctor Díaz

Profesor del colegio de Educación Primaria para adultos

El maestro de esta clase tan especial, Víctor, recalca que enseñar a personas mayores es un desafío gratificante: "Ellos han construido el país con su esfuerzo, y ahora es nuestra forma de devolverles algo. La enseñanza es distinta porque ellos tienen experiencias y conocimientos prácticos, que a veces encajan mejor cuando entienden la teoría detrás".

Muchos de los alumnos de Víctor superan los 70 años, pero las ganas no faltan

Muchos de los alumnos de Víctor superan los 70 años, pero las ganas no faltan

La clase abarca desde ejercicios de comprensión lectora —como la historia del Caballo de Troya que analizaban esa mañana— hasta cálculos matemáticos sencillos para mantener la mente ágil. El objetivo es ayudarles no solo a refrescar conocimientos básicos, sino también estimular cognitivamente la memoria y la atención. "Aquí trabajamos diez horas a la semana. Intentamos hacerlo muy práctico, dinámico, y adaptado a sus ritmos", destaca el maestro.

"AQUÍ SE SIENTEN ÚTILES Y FELICES"

Luis Fernández, director del centro, señala la importancia emocional y social de estas clases: "Aquí no solo vienen a aprender matemáticas o lengua. Es un lugar de encuentro, donde se sienten útiles y felices. Se levantan con ilusión, deseando ver a sus compañeros y enfrentarse a un nuevo reto cada día".

Fernández asegura que estas clases son exigentes, pero esa exigencia les ayuda a mantenerse activos mentalmente: "Trabajar el cálculo mental o la comprensión lectora les da confianza y les permite disfrutar todavía más de esta etapa de sus vidas".

Nunca es tarde para volver a empezar

Nunca es tarde para volver a empezar

Cuando Fernando de Haro visitó la clase, quedó impresionado por la vitalidad y el entusiasmo de los alumnos. En especial, la historia de Pepita ejemplifica que aprender, incluso tras las situaciones más adversas, siempre es posible. Hoy Pepita puede enseñar a sus nietos cosas tan básicas como sumar o rezar, algo que le llena de orgullo y satisfacción.

"Estoy contenta, muy agradecida a estos profesores que tanto hacen por nosotros", concluye Pepita. Su testimonio es la mejor prueba de que nunca es demasiado tarde para empezar de nuevo y descubrir que, incluso a los 74 años, queda toda una vida por delante para aprender y disfrutar.

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