Pilar García Muñiz: "Putin tiene como arma de chantaje al gas y en esto se enmarca el plan de Bruselas"

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La Comisión Europea propone un plan de emergencia ante el riesgo de que Rusia corte totalmente el suministro de gas a Europa.

Bruselas maneja varios escenarios, el peor de todos ellos sería que mañana no se reanude el suministro a través del gasoducto Nord Stream 1. En principio, todo apunta a que se cumplirán los plazos y a que la infraestructura podrá retomar su actividad, pero claro, ya sabemos que Putin tiene como arma de chantaje al gas en represalia a las sanciones económicas que Europa les ha impuesto, y en esto se enmarca el plan que Bruselas nos presenta hoy para salvar el invierno.

¿Y en qué consiste este plan? Pues en recomendaciones de momento, que se podrían volver obligatorias en función del devenir de los acontecimientos. A nosotros como consumidores lo que más nos afecta va a tener que ver con la temperatura a la que ponemos el termostato en casa. Bruselas nos propone reducir un grado la calefacción y utilizar menos agua caliente, tanto en nuestras casas como en edificios públicos y privados.

Recomendaciones que nos invitan a poner en marcha desde ya, por ejemplo, con el aire acondicionado. Subir la temperatura del aire en casa uno o dos grados, al igual que desenchufar los electrodomésticos cuando no los utilicemos, puede reducir la demanda eléctrica. Y alrededor del 20% de la electricidad en España la generan las centrales de gas. Duchas más cortas también permiten no solo ahorrar gas sino agua, alternativa en caso de que faltase el suministro.

Y otro caso, reducir el uso del coche supone consumir menos petróleo y eso también afecta al gas porque esta energía se emplea en el refinado de crudo.

Es lo que quiere la Comisión, ahorrar. Para ello los países miembros deberán reducir un 15% el consumo de gas total hasta la próxima primavera.

¿Pero qué pasa si estas recomendaciones no son suficientes para llegar a tener las reservas que necesitamos? Que se convertirán en obligaciones para todos los países, en caso de escasez o de demanda especialmente alta.

Las industrias españolas han mostrado su rechazo al margen del 15% y así se lo han trasladado a la vicepresidenta Teresa Ribera. Advierten de que obligar a paradas industriales en países que no son dependientes del gas ruso (como es el caso de España) agravará la escasez de productos esenciales de toda Europa y aumentará el impacto económico de la crisis.

Además conviene recordar que en los últimos años nuestro país ha invertido mucho en infraestructuras, como plantas de regasificación, para almacenar esta fuente de energía. Inversiones por cierto, que todos, industrias y consumidores, hemos pagado en la factura para reducir el riesgo de depender de un solo país suministrador.

Veremos qué ocurre y qué presenta después nuestro Gobierno en su plan de contingencia para reducir el consumo en este margen del 15%. Sobre la mesa está la posibilidad de prolongar la vida de las centrales térmicas de carbón como la de As Pontes en La Coruña, o la de las nucleares. Aunque eso puede suponer un cambio de rumbo en el discurso ecologista y pro-renovables del que siempre ha hecho bandera un Gobierno que creó un Ministerio que lleva por nombre “para la Transición Ecológica”. Un nombre que esconde una declaración de intenciones que se queda en nada si llega el mes de diciembre, subes el termostato y los radiadores no calientan.

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Con Carlos Herrera

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