Martín no sabe nada de su hijo desde hace tres años: "20 jueces me dan la razón pero Hungría no hace nada"

Cada día, un niño es secuestrado por uno de sus padres. Según los datos de Centro Nacional de Desaparecidos, de 2011 a 2018 se ha denunciado 2.731 casos de sustracción parental. Muchos de estos padres, de un día para otro, no saben dónde está su hijo o hija. Y en otros casos, aunque lo sepan, se encuentran ante grandes obstáculos para verlos. Además, lo habitual es que el progenitor que retiene al menor le utilice para hacer daño a su ex-pareja y le manipule para que no le tenga afecto.

Esta misma mañana, Carlos Herrera hablaba con uno de estos padres, Alberto Encinas. Es uno de los pocos que ha podido recuperar a su hija, de 11 años, a quien su madre mantenía aislada en Polonia. Ocho años ha estado detrás de un encuentro con su hija, que tuvo lugar el jueves pasado. La policía ha podido finalmente localizar a la madre y la hija, pero hasta ese momento, la desesperación del padre llegó a extremos inimaginables.

Tristemente, hay muchos casos como el de Alberto Encinas y que no están resueltos. Uno de ellos es Martín Vassallo. La madre de sus dos hijos, de 6 y 4 años, les mantiene en Hungría y está haciendo todo lo posible para que no tengan relación con él. A pesar de que casi 20 jueces le han dado la razón a Martín para que sus hijos vuelvan a España con él, el Tribunal Constitucional de Hungría está dilatando ese momento.

En España él tiene la custodia de sus dos hijos, pero por el momento no puede traerlos a nuestro país. Todo comenzó hace casi tres años, cuando su mujer regresó a sus país y empezó a hacer caso omiso a las peticiones de la justicia para que devolviera a sus hijos a su padre.

Para mayor sufrimiento, la madre manipula emocionalmente a los hijos para hacer presión en los juicios que mantiene con el padre. En el último, Martín mostró como prueba unos vídeos en los que se demostraba la buena relación que tenía con sus hijos. “Eso le molestó a la madre y a la familia materna y han empezado a utilizar a los niños, les prohíben que hablen conmigo y que demuestren afecto”, ha contado.