El ejercicio que recomienda un neurólogo para reducir el riesgo de sufrir Alzhéimer: "De 40 a 50 años"

Javier Camiña, del Servicio de Neurología de la Clínica Rotget y del Hospital Quirón Salud Palmaplanas, señala con Carlos Moreno 'El Pulpo' varias actividades de prevención

Mujer en un paseo nocturno, faro de Maspalomas al atardecer, Gran Canaria, España
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Poniendo las Calles

Carlos Moreno 'El Pulpo' entrevista al neurólogo Javier Camiña

José Manuel Nieto

Publicado el

3 min lectura

La prevención de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, el Parkinson y el ictus, es un tema de creciente preocupación, especialmente en personas de entre 40 y 50 años. Javier Camiña, neurólogo del Servicio de Neurología de la Clínica Rotget y el Hospital Quirón Salud Palmaplanas, ofreció valiosos consejos en una entrevista con Carlos Moreno 'El Pulpo' en Poniendo las Calles.

Camiña destaca que la actividad física es fundamental para la prevención de enfermedades neurodegenerativas y cerebrovasculares. En particular, advierte sobre el riesgo que implica el sedentarismo en personas adultas. Según el neurólogo, el sedentarismo entre los 40 y 50 años aumenta el riesgo de ictus y otras demencias. "A medio y largo plazo, la falta de ejercicio puede ser un factor de riesgo para estas patologías", afirma Camiña. Por ello, recomienda mantener una rutina de ejercicio regular que no solo favorezca la salud cardiovascular, sino que también estimule la circulación cerebral.

La recomendación general es realizar*al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana, lo que equivale a unas dos horas y media. Este nivel de actividad física se ha demostrado efectivo para retrasar la aparición de síntomas en enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson, además de mejorar la salud en general. Para aquellos con enfermedades neurodegenerativas, el ejercicio físico puede ralentizar la progresión de los síntomas y mejorar la calidad de vida, especialmente en cuanto a la autonomía personal y el manejo de actividades cotidianas.

Mujer caminante por un sendero en plena naturaleza. Pizarra, Málaga. Andalucía, España. Europa

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Mujer caminante por un sendero en plena naturaleza. Pizarra, Málaga. Andalucía, España. Europa

El ejercicio aeróbico, como caminar o nadar, es muy beneficioso para la salud cardiovascular y cerebrovascular, y está asociado con una reducción del riesgo de ictus. Sin embargo, Camiña también resalta que el entrenamiento de fuerza, como el levantamiento de pesas o el boxeo, ha ganado relevancia en los últimos años. Este tipo de ejercicio ayuda a prevenir caídas y favorece la fortaleza muscular y la estabilidad postural, especialmente en personas mayores o con enfermedades como el Parkinson.

A la hora de elegir una rutina, el neurólogo destaca que lo ideal es combinar distintos tipos de ejercicio, tanto aeróbico como de fuerza. Actividades como el tai chi y el baile de salón son recomendables para aquellos que sufren de problemas de coordinación y equilibrio, ya que mejoran la estabilidad postural y la coordinación motora.

Además del ejercicio físico, Camiña también hace hincapié en la importancia de mantener la mente activa. Sin embargo, señala que juegos como los sudokus o las sopas de letras no son suficientes para prevenir enfermedades neurodegenerativas. Estos juegos, aunque útiles, no estimulan de manera significativa la creación de nuevas conexiones neuronales.

En su lugar, recomienda actividades que desafíen el cerebro de manera más completa, como aprender a tocar un instrumento, aprender un nuevo idioma o practicar un deporte nuevo. Estas actividades son más eficaces porque involucran varias áreas del cerebro simultáneamente, lo que ayuda a generar nuevas conexiones neuronales y a mantener la mente en forma.

Una pareja de turistas de mediana edad se abrazan cerca de un lago de montaña en los Pirineos españoles

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Una pareja de turistas de mediana edad se abrazan cerca de un lago de montaña en los Pirineos españoles

El ejercicio físico también tiene un impacto positivo en la salud mental y emocional de las personas con enfermedades neurodegenerativas. Camiña explica que la actividad física no solo mejora la condición física, sino que también ayuda a reducir los síntomas de ansiedad, depresión y apatía. Además, el ejercicio favorece la producción de endorfinas, las hormonas de la felicidad, lo que contribuye a mejorar el estado de ánimo de los pacientes.

Por otro lado, las actividades en grupo o en pareja, como los juegos de mesa o ciertos deportes, también proporcionan un beneficio social importante. La interacción social es clave para mejorar la calidad de vida, y mantener la conexión con los demás puede tener un impacto directo en la salud cerebral.

Es importante tener en cuenta que, en el caso de las personas con enfermedades neurodegenerativas, el ejercicio debe adaptarse a la progresión de la enfermedad. En las primeras etapas, los pacientes pueden realizar ejercicios físicos de intensidad moderada, pero en etapas más avanzadas, es posible que solo puedan hacer ejercicios de movilidad pasiva o estiramientos suaves, siempre bajo la supervisión de un fisioterapeuta.

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