Una vecina de Cádiz deja de comprarle pan por subirlo y el repartidor toma esta decisión: "A las cinco de la mañana"
Antonio lleva barras por pueblos de la provincia gaditana y le contó a Carlos Moreno 'El Pulpo' esta desagradable experiencia que vivió en uno de sus viajes
Publicado el
3 min lectura
Antonio, un panadero y repartidor de pan que recorre cada mañana los pueblos de la provincia de Cádiz, nos ha contado una experiencia que, aunque sorprendente, no es infrecuente. Su historia llega a través del programa Poniendo las Calles, donde el locutor Carlos Moreno 'El Pulpo' da voz a las vivencias de sus oyentes. En esta ocasión, Antonio relató cómo una vecina de Cádiz dejó de comprarle pan tras una subida en el precio de sus barras. ¿El motivo? La decisión de subir el precio, algo que no todo el mundo ve con buenos ojos.
La situación ha sido un tanto complicada para los repartidores de pan, que no solo tienen que enfrentarse a los desafíos de las altas temperaturas o las lluvias intensas, sino también a la creciente competitividad de los supermercados, que han sabido adaptarse a las demandas de los consumidores.
"El pan subió una barbaridad", nos comenta Antonio. "Sobre todo cuando empezó el tema de Ucrania, la harina subió muchísimo, y eso se notó en el precio del pan. Muchos de mis clientes dejaron de comprarme por un par de céntimos. Y no estamos hablando de una subida exagerada, apenas 10 céntimos por barra".
Sin embargo, lo que más sorprendió a Antonio fue que algunos clientes, aunque le reconocían la calidad de su pan, no estaban dispuestos a pagar esa pequeña diferencia. "Me decían que preferían comprar el pan de Mercadona, y le dije yo: ¿Ah sí? Pues que te lo lleve a las 5 de la mañana a casa", relató Antonio, quien lleva su pan recién hecho a más de 100 clientes cada día.
Una vecina de Cádiz deja de comprarle pan
A pesar de los obstáculos, Antonio se mantiene firme en su trabajo, que es todo un desafío logístico. Comienza su jornada a las 2 de la mañana, repartiendo a domicilio y luego entregando a bares, residencias y colegios. De lunes a viernes, recorre la provincia gaditana con su furgoneta, entregando pan fresco y artesano: pan de cereales, pan de centeno, pan de toda la vida, y siempre con un toque de cariño que solo los verdaderos panaderos saben ofrecer.
"El pan que entrego, la gran mayoría de las veces, los primeros clientes lo reciben todavía caliente", explica Antonio. "No hay nada como un pan recién hecho, que se lo lleva uno en la mano y se lo va comiendo por el camino".
Pero no todo son malas noticias. A pesar de los inconvenientes, el repartidor reconoce que tiene clientes muy fieles, que valoran la calidad de su producto y el servicio que ofrece. No solo les lleva el pan, sino también un pedazo de su día, algo que no puede conseguirse en un supermercado.
Es cierto que las subidas de precios son una constante en el día a día de los panaderos, pero también es cierto que muchos siguen apostando por la calidad. "El pan que entrego es artesano, y no hay nada que se compare a eso. Hay gente que aún lo valora", añade Antonio.
El repartidor toma esta decisión
"El problema es que hoy en día, a la gente le da igual pagar 5 céntimos más por un pan mejor. Nos hemos acostumbrado a mirar más el precio que la calidad, y eso es algo que afecta a muchos de los pequeños negocios".
A pesar de esta visión un tanto desalentadora, Antonio mantiene la esperanza. Los panaderos siguen siendo una pieza clave de la tradición gaditana, y su trabajo, aunque cada vez más difícil, sigue siendo fundamental. "Las noches son largas, pero son más llevaderas cuando uno tiene algo que lo motiva. Yo, por ejemplo, no puedo vivir sin escuchar la radio mientras reparto", nos cuenta, riendo. "Y es que escuchar a Poniendo las Calles me hace la noche mucho más amena".