"Del Mercadona": Una vecina de Valencia explica qué pasaba cuando su padre fiaba dinero en su ultramarinos
Matilde le contó a Carlos Moreno 'El Pulpo' en Poniendo las Calles cómo era la tienda de su familia en la capital del Turia y quiénes eran los que le compraban
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Las tiendas de ultramarinos son una especie en extinción de nuestra cadena alimentaria. A cada paseo que uno se da por el barrio, una de estas tiendas se ha volatilizado; es la jungla urbana, que no entiende de sentimentalismos y echa un pulso a un puñado de familias tenderas irreductibles. Por eso Carlos Moreno 'El Pulpo' quiso recordarlas en Poniendo las Calles. Este tipo de establecimientos comerciales, más pequeños que los supermercados, se dedican a vender alimentos y destacan principalmente por tener una gran variedad de latas y productos en conserva.
De hecho, el término ultramarinos se refiere a aquellos productos que se importan desde ultramar. Es decir, de regiones lejanas o de otros continentes. Tuvieron un gran éxito durante los siglos 19 y 20, y aunque no es nada fácil ser la competencia de las grandes cadenas de supermercados, todavía resisten unos cuantos repartidos por toda España. Precisamente por eso, en Poniendo las Calles hablamos con varios propietarios. También con oyentes que tuvieran historias con estos establecimientos, como el caso de Matilde, que le contó cómo era el de sus padres.
"Del Mercadona"
"Mis padres habían tenido un ultramarinos que era muy socorrido para la gente del barrio porque cuando no tenían dinero iban de fiados y compraban aceite, leche, tabaco... Aquello era como un Opencor", reconocía esta ponedora de calles a Carlos Moreno 'El Pulpo'. Muchas de estas tiendas evolucionan a la especialización o claudican al tipismo de souvenir y folclore. El turismo manda, la tiranía de las grandes superficies y la proliferación de tiendas de alimentación poco alimenticias ahogan al pequeño comercio de toda la vida.
La curiosidad que contó Matilde en Poniendo las Calles es que esos vecinos a los que atendían, "cuando cobraban, pasaban por la puerta cargados del Mercadona". Entonces, su padre decía: "Mira aquella, que me debe 1.500 (pesetas), mira como lleva el carro y aquí no viene". Pioneros, instituciones de barrio, embajadores de los mejores productos, locales históricos con mucho arte en sus paredes y en el oficio. Estampas de una época en sepia en el actual universo instagrameable. En Poniendo las Calles conocimos los casos de Faustino Muñoz y su 'Colmado Quílez' y María Jesús Sanvicente y su 'Ultramarinos La Confianza'.
Su ultramarino
¿Por qué Matilde no siguió con el negocio de sus padres? "Porque yo me fui a Valencia a trabajar en una empresa de limpieza y me iba muy bien y mi marido también se puso a trabajar", explicó a Carlos Moreno 'El Pulpo'. Pero de lo que más se acordaba es de cómo su padre llamaba al negocio: "Decía que esto es la tienda de los cojos". El presentador se preguntaba "¿por qué? ¿Qué explicación tiene eso?": "Siempre decía: Mira la tienda de los cojos, cuando no tienen, vienen cojeando aquí, y, cuando tienen dinero, se van al Mercadona".
Matilde también le revelaba a Pulpo que su madre "crio allí a sus seis hijos e iba muy bien": "Había una urbanización muy buena, que los señores bajaban a comprar Coca-Cola, cerveza, el Levante, Las Provincias, los periódicos... Pero le daba coraje que la gente del barrio cuando no tenía dinero decía: dame una botella de aceite, dos de leche, un paquete de galleta. Y después: y apúntamelo ahí en la libreta y ya te pagaré". La ponedora de calles confiesa que a su madre "con eso se la llevaban los demonios porque luego pasaban con el carro cuando cobraban de Mercadona lleno, o del Consum, de los grandes establecimientos".