La realidad de los jóvenes que salen de los centros de menores: "En la calle"

El exdirector de la Residencia de Menores Manzanares, Miguel Ángel Martín, ha charlado con El Pulpo sobre la situación que se vive en los centros de menores

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Miguel Ángel Martín, exdirector Residencia de Menores 'Manzanares'

Redacción Poniendo Las Calles

Publicado el - Actualizado

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Formamos parte de una sociedad que no siempre sabe dar respuesta a los problemas que se generan. Lo bueno es que, en la mayoría de las ocasiones, suele haber personas que están dispuestas a arrimar el hombro y ser parte de la solución de esos problemas, aunque no sea fácil. Hoy nos ayuda a Poner las Calles con Carlos Moreno "El Pulpo", Miguel Ángel Martín, o “Mudir, el director”, como le conocían muchos jóvenes de centros de menores en los que ha trabajado.

Miguel Ángel dirigió durante 8 años la Residencia de Menores Manzanares, en el distrito de Hortaleza, Madrid, en el distrito de Ciudad Lineal. Se trata de una residencia de gestión directa abierta al público de adolescentes. “Trabajamos con cada menor, cada uno de ellos es un mundo y cada uno tiene sus necesidades. Hacemos un proyecto educativo para cada niño.” - reconoce su exdirector.

Estos centros tienen la función principal de adaptar cultural y socialmente a los adolescentes inmigrantes que llegan a Madrid, trabajando objetivos como el manejo del idioma o los circuitos sociales, la búsqueda de empleo o la documentación. Una vez pasan entre seis y ocho meses en el centro, pasan a un piso de autonomía, antes de la emancipación, para darles esa intimidad que necesitan, y aprender a auto valerse con los suficientes recursos individuales para vivir con las mínimas garantías.

En este tipo de población, la problemática principal es que vienen solos y pasan en el centro un corto periodo de tiempo. Lo bueno es que pueden vivir con otros adolescentes de su mismo país, con los que comparten cultura. Para todo ello cuentan con un educador social, que hace un gran trabajo para que puedan desarrollar su trabajo de forma autónoma.

“Lo que yo viví, tuvimos un nivel de éxito muy importante, sacamos adelante un porcentaje ingente de chavales. En 8 años recibimos a unos 1.000” - celebra Miguel sobre su experiencia. Los jóvenes con los que él residía ahora tienen entre 25 y 26 años. “Algunos ya están casados, tienen hijos, otros viven de forma autónoma, otros viven solos, otros en pisos compartidos. El proyecto en si fue bueno.”

Aunque como todo proyecto, siempre hay algo que se puede mejorar. “Yo creo que sobre todo el problema que tenemos es la emancipación, no hay recursos para los mayores de edad, no hay plazas suficientes para que los chavales cuando cumplan 18 años no se queden en la calle. Si tú has estado trabajando durante años con esos chavales, formándoles y al cumplir 18 años se quedan en la calle, es muy difícil que salgan adelante, porque nadie pregunta por ellos.” Por ello, Miguel solía mantener contacto con ellos cuando salían del centro, para ayudarles.

Miguel Ángel ha llegado a acoger en su casa a algunos de estos jóvenes cuando lo han necesitado. “Creas un vínculo socio-afectivo y ves que te lleva a la rabia interna el que pueda estar con la maleta en la calle porque no ha habido un recurso para ayudarles. Las opciones de los albergues están muy mal.”

En varias ocasiones se ha utilizado a estos menores para crear polémicas y enfrentamientos en la sociedad. Miguel lo tiene claro, es muy dificil, no todo es positivo, lo sabe toda persona que trabaje con un adolescente. “Son adolescentes, hay dificultades enormes, pero años después tienen una vida totalmente normalizada después de conocer el mundo. Y cuando ya les ves que encuentran trabajo, es una recompensa exquisita."

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